En la transición a la década de los setenta del siglo XX, el futbol incrementó su influencia en la sociedad mexicana de manera notable. Nuevos estadios se erigieron para recibir magnos eventos deportivos, como el mundial de 1970. Por otra parte, la liga profesional de casa mejoraba su calidad y en 1969 las mujeres aprovechaban el impulso al crear la rama femenina y la Asociación Mexicana de Futbol Femenil.
En breve, una grata invitación llegó cuando la Federación Internacional Europea de Futbol Femenil convocó a su homóloga en México a un interesante evento, no avalado oficialmente, pero con la mejor de las intenciones: un novedoso campeonato mundial a realizarse el mismo año en que tuvo lugar el mundial varonil en nuestro país. Italia fue la nación anfitriona y el improvisado representativo de las mujeres mexicanas consiguió un estupendo tercer puesto.
La mecha estaba encendida y al año siguiente México respaldó a las mujeres para recibir al segundo campeonato mundial, que tendría lugar en las mismas canchas que habían visto consagrarse a Pelé un año antes. El torneo contó con la participación de seis selecciones: México, Argentina e Inglaterra en el grupo A, con sede en el estadio Azteca; Italia, Dinamarca y Francia en el grupo B, jugando en el estadio Jalisco. La mascota de este campeonato se llamó Xóchitl.
Las seleccionadas nacionales, a diferencia del combinado masculino de un año atrás, lograrían disputar la final luego de derrotar 3-1 a Argentina, 4-0 a Inglaterra, así como 2-1 a Italia en un cardiaco encuentro. La asistencia a los juegos del Tricolor femenil fue descomunal: se registraron entre ochenta y noventa mil personas. Y en la final contra Dinamarca se rompió ese récord al conglomerar a más de cien mil aficionados, aunque las mexicanas estuvieron a punto de no jugar ese partido debido al incumplimiento en el pago de primas por parte de los organizadores.
A pesar de disputar el balón con mucho corazón, las representantes nacionales perdieron 3-0 frente a unas danesas que disfrutaron enormemente el juego y nunca se presionaron ante un estadio Azteca abarrotado. De hecho, pareció suceder lo contrario, pues mientras las locales fallaban, las europeas se desenvolvieron con ligereza y contundencia.
El público fue fenomenal y al finalizar aplaudió a las vencedoras y felicitó a las once mexicanas que se quedarían con el honroso segundo puesto.
"El otro mundial" del autor Gerardo Díaz Flores y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 91