“Yo lo quiero hacer siempre muy bien, para mí cada pieza es compartir la identidad de mi pueblo, nuestra comovisión. No se trata sólo de un objeto o de una prenda, sino de nuestra identidad."
Primero muelo el barro que se encuentra al pie del Nevado de Toluca, después el barro necesita tres quemas, luego se pinta y luego de mete al horno a 930 grados centígrados de temperatura. Antes era más difícil porque los hornos eran de adobe y no se podía calcular bien la temperatura.
Guadalupe Pérez tiene 38 años trabajando la laca. Hija de madre soltera, la necesidad económica de su familia la llevó a formarse desde los 16 años en este oficio que es una artesanía tradicional en su región, Chiapa de Corzo, Chiapas.
Gracias a las artesanías sabemos de dónde somos y a dónde vamos. Identifican nuestras raíces y nos dan una identidad que viene de nuestros ancestros y por eso se deben conservar.
Yo no fabrico la tela, yo hago el tejido del fleco que cuelga, los rebozos de 5 hilos son los más finos y los que llevan mayor trabajo. Me tardo de dos a tres meses en elaborar el empuntado de un rebozo porque es una tarea muy laboriosa.
Hacer una obra de concurso es crear algo nuevo; incluyendo mis propias herramientas para moldear una pieza especial. Es luchar con la imaginación y con las ideas para lograr decoraciones diferentes a las que siempre se ha hecho.
El arte y la artesanía son básicos en el ser humano, lo vuelven más integral. Es un conocimiento que hay que transmitir y dar una visión propia. También es importante como oficio para subsistir; por ejemplo, este premio es un impulso para mí y un compromiso para transmitir mi conocimiento con las nuevas generaciones y para representar a Yautepec y a mi estado.
Pintura mural. Hombre sedente y par de mujeres, una de ellas carga una olla en la cabeza, la otra luce un vestido de fina gasa azul con glifos rojos y joyería en concha y jadeíta. Respecto al hombre que bebe, los jeroglíficos de arriba se leen como ul, "atole".
La Acción Revolucionaria Mexicanista (ARM), conocida como los Camisas Doradas, fue fundada en 1934, proclamando tener cuarenta mil miembros distribuidos en toda la República. Su objetivo fue combatir a los judíos, chinos y a toda clase de extranjeros que consideraban indeseables, valiéndose de elementos como el boicot, la propaganda oral y escrita, la manifestación pública y la gestión legal.
Durante el sexenio del presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940), México mantuvo la oportunidad de afianzar su política de solidaridad internacional acogiendo a miles de refugiados españoles exiliados por la guerra civil en su país. La generosidad de las autoridades nacionales, sin embargo, no se expresó de la misma manera con los judíos que, debido a las persecuciones del nazismo, abandonaban Alemania, Austria, Polonia, Rumanía, y buscaban un destino mejor en México.
Extranjero, dice el diccionario, se le llama a quien “es o viene de país de otra soberanía”. Y en efecto, de otra soberanía llegaron y siguen llegando a México inmigrantes, refugiados, exiliados, algunos legales y otros ilegales, que se han trasladado desde los distintos rincones del planeta, cruzando océanos, continentes o cielos, para entrar ya fuera por los puertos del Golfo y del Pacífico, por las fronteras del norte y del sur, o por los aeropuertos.
Fue así que en 1900 se cristalizó un primer torneo entre Estados Unidos y Gran Bretaña, respaldado por la historia y lengua en común entre ambos países, así como por sus federaciones de dicho deporte. El torneo se llamó Lawn Tennis Challenge (Desafío de Tenis sobre Pasto), fue planificado a cinco partidos y se pensó en un genial gesto meramente caballeroso: colocar los nombres de los participantes labrados sobre la superficie de la copa de plata entregada al ganador, la cual con el paso del tiempo sería apodada la Ensaladera.