El retrato de Morelos es un buen ejemplo de la tradición pictórica más popular que no necesariamente se sujetaba a los lineamientos de la Academia de San Carlos.
El atribulado Fernando VII, no quiso que nadie de su familia viniera a estas tierras a gobernar en su nombre y la designación fue para Agustín de Iturbide.
Félix María Calleja del Rey, “la principal espada del Virreinato” o “el azote más terrible de la América mexicana”, fue el militar realista más destacado en la lucha contra la insurgencia en la Nueva España.
Todas sus acciones estuvieron encaminadas a conservar el orden establecido y a evitar cualquier alteración que interrumpiera el periodo de bonanza por el que estaban atravesando.
Desde el periodo virreinal, la patria había adquirido un sentido predominantemente femenino: la madre patria, solían decir los españoles peninsulares para referirse a España… En el siglo XIX, la patria también se convirtió en hija cuando le asignaron como padres a quienes encabezaron las gestas que llevaron a la independencia, es decir, a unos cuantos. Los demás mexicanos eran hijos de la patria... De esta manera, el amor a la patria se homologó al amor a la madre, uno de los sentimientos primitivos más fuertes en el ser humano y del cual se esperan las acciones más radicales, incluido el martirio.
Los historiadores seguimos cambiando la historia de nuestro país. Si en el siglo XIX y buena parte del XX contribuyeron a elaborar un relato unitario, centralista y que conducía a un destino glorioso, los más recientes mostramos que México es diverso, que tiene muchas historias, tanto por sus regiones como por sus sociedades, incluidos los grupos indígenas y las minorías afrodescendientes; una historiografía que observa la vida cotidiana de los pobres, y no sólo la de los “grandes hombres”, sino la de las mujeres comunes, los niños y los actores de la diversidad sexual.
Amaneció esplendoroso el memorable 27 de septiembre de 1821, como si la naturaleza quisiera acrecentar con sus más lucientes galas el regocijo de un pueblo que iba a iniciarse en la vida de la libertad. […] Las casas estaban adornadas con flores y vistosas colgaduras que ostentaban los colores adoptados en Iguala, y los habitantes los pusieron también en sus pechos, como emblema de la nacionalidad que surgía a la vida en aquellos inefables momentos. (Julio Zárate, México a través de los siglos, 1884).
¿Quiénes eran aquellos que se integraron al Ejército de las Tres Garantías y cómo se desenvolvió este cuerpo militar a lo largo del conflicto independentista? La respuesta nos recuerda que el proceso que solemos llamar consumación de la independencia fue también una guerra.
El juego político desplegado por las autoridades virreinales de Nueva España para hacer frente a la rebelión insurgente iniciada en 1810 implicó muchas veces acaloradas controversias entre los principales dirigentes del gobierno. Ello se vio claramente en el enfrentamiento que sostuvieron los generales Félix María Calleja del Rey y José de la Cruz luego de separarse en Guadalajara en 1811, el cual se agravó cuando el primero asumió el cargo de virrey en 1813. Las desavenencias se tensaron a partir de los tratos mutuos y se atizaron por la personalidad y el ego de cada uno, que no congeniaron desde que se conocieron. Los problemas tras el nombramiento de Agustín de Iturbide como comandante de Guanajuato significaron un episodio más de su larga disputa por el poder novohispano.
A inicios de 1814 comenzó el declive militar de la gran fuerza insurgente que José María Morelos construyó en Nueva España. Ese año perdió a sus lugartenientes Mariano Matamoros y Hermenegildo Galeana, así como las plazas de Oaxaca y Acapulco que había conquistado con tanto esfuerzo...