El chocolate, una de las bebidas nacionales más consentidas, se acomodó de manera sorprendente en las mesas de todo el mundo. Empezó a subyugar a los conquistadores, todo ello por sus cualidades asociadas al placer de disfrutarlo con su toque aromático y estimulante. El cacao, prodigiosa planta capaz de producir frutos y monedas, tiene sus orígenes en la América tropical. Fue uno de los regalos más preciados de México para el mundo. El chocolate, acompañante de rebeldías y otros asuntos, estaba ahí esa noche luminosa.
Recordemos cómo fueron esos momentos de la noche y la madrugada del 15 de septiembre de 1810 en Dolores, cuando llegó Aldama alarmado porque la conspiración había sido descubierta, así como el día siguiente, el 16 de septiembre.
Nos cuenta Alamán:
El día 15 de septiembre Aldama salió de San Miguel a toda prisa una vez que supo del aviso de la corregidora de Querétaro alertando a Allende que la conspiración había sido descubierta. Llegó a Dolores hacia las 2 de la madrugada del día 16 y se dirigió a la casa de Hidalgo que ya estaba en la cama. Entraron ambos –Allende y el mismo Aldama– a la recámara de Hidalgo, lo pusieron al tanto, se incorporó, mandó que le sirvieran chocolate a Aldama. Le exponían la situación a Hidalgo, quién al calzarse las medias, interrumpió a Aldama, diciendo: “caballeros, somos perdidos, aquí no hay más recurso que ir a coger gachupines.
José María Liceaga nos describe que en el camino de Dolores, la columna de los insurgentes con Hidalgo y Allende a la cabeza pasa por la hacienda de La Erre, donde Luis Malo y su familia les dan de comer para seguir a Atotonilco. En la vivienda del capellán se les sirvió chocolate.
Sabemos que el consumo de cacao y azúcar en la Ciudad de México a finales del siglo XX era de 400 toneladas el primero y más de 2500 toneladas del dulce. El chocolate está arraigado en las raíces de la cultura culinaria de México. Y la Navidad era la época del chocolate acompañada por bizcochos.
El Nuevo cocinero mejicano en forma de diccionario, editado en París en el siglo XIX, nos dice cómo se prepara el chocolate:
Esta es la bebida propia del país, y con la que de preferencia al té y al café, se desayunan todos los mejicanos, tanto los ricos, como los de mediana fortuna y los pobres, tomándolo cada uno más o menos bueno, según su gusto o con proporción a sus facultades. Hay tanta variedad en las sustancias que suelen mezclarse al cacao y en sus cantidades, que si se tratase de reunir todas las recetas y métodos de fabricar chocolate, formarían ellas solas un volumen demasiado abultado e inútil por otra parte, puesto que con las siguientes advertencias basta para fabricarlo excelente, y cada uno podrá aumentar o disminuir á su paladar los tantos, y añadir sustancias o aromas que le agraden mas […] Chocolate (modo de hacer una buena taza de) La impericia de las recamareras, o de los encargados de hacer el chocolate, suele ocasionar que se beba detestable, aunque él en sí sea bueno y aún superior, y esto depende de que se lleva a la mesa falto de conocimiento, o pasado de punto, muy espeso o aun quemado […] Se hace también con leche en lugar de agua; pero entonces sólo se le da un hervor la segunda vez que se pone al fuego, para que no quede muy espeso. El chocolate hecho con agua es de mejor digestión que el de leche.
“El chocolate en los primeros días de la Independencia” del autor Eduardo del Paso. Si desea leer el artículo completo, adquiera nuestra edición #26 impresa:
Ignacio Zaragoza. Bandera de la República. Versión impresa.
Si desea leer más artículos sobre la Independencia de México, dé clic en nuestra sección Guerra de Independencia.