La terrible noticia del fin del mundo

El “Gran Juicio Universal” de 1899

Marco A. Villa

 

¡¡Fin de todo el Mundo para el 14 de noviembre de 1899 a las 12 y 45 minutos de la noche!!

 

 

Quizá aquella mañana del 14 de noviembre de 1899 no pocos habitantes de Ciudad de México que habían permanecido temerosos ante el rumor esparcido durante todo ese año sobre el irremediable acabose del mundo, por fin vislumbraban una luz de tranquilidad. No era para menos su angustioso frenesí ante el probable colapso, ¡pues un “astrónomo” lo había predicho desde las lejanas tierras europeas algún tiempo atrás! Periódicos como El Diario del Hogar o El Imparcial, más algunas hojas volantes salidas de las máquinas de tinta y bastidores de las imprentas locales, también se encargaron de difundir tan peculiar evento, exacerbar la polémica y encrespar los nervios de los enterados.

 

Todo comenzó cuando el estudioso austriaco Rudolph Felb publicó uno más de sus escritos –en los que presentaba sus predicciones sobre terremotos, mareas y otros fenómenos catastróficos naturales– en el que anunciaba que el “Gran Juicio Universal” sería el 14 de noviembre de 1899, a las “12 y 45 minutos de la noche”, a razón de una “lluvia de piedrotas incandescentes” que caerá sobre la Tierra, según uno de los textos que circuló en México. Como avezado y curioso de la meteorología y la astronomía, Felb apoyaba su argumento en “el encuentro de nuestro planeta con el cometa de Biela”.

 

Para calmar las aguas tanto en Europa como en América, el escrito agregaba los comentarios del astrónomo francés Camille Flammarion vertidos “en un magnífico artículo, digno solo de su eficaz y sano criterio”, sobre que tal vaticinio “no tendría nada de raro, pues como saben todos los astrónomos, el espacio está abastecido de cometas que […] revolotean alrededor del sol cual enjambre de maripositas alrededor de una vela u otra luz. Como es natural, al efectuar la Tierra su movimiento de traslación, es decir, de un lado a otro, está expuesta a tropezar con los referidos cometas”. Pero ello no significaba que ocurriría el caos, sino que sería algo ya antes visto, pues el cometa de Biela “fue uno de los que cruzaron la órbita de la Tierra” el 29 de octubre de 1832, “sin causar otra cosa más que el temor, sin fundamento, por las profecías de los astrónomos”.

 

Excentricidad para los científicos, veredicto fatídico para los inexpertos, la idea del fin del mundo causó furor y debate en el México gobernado por Porfirio Díaz que ya se preparaba para el cambio de siglo. La ocasión también sirvió para que la prensa amarillista y la más seria se alimentaran de la supuesta catástrofe, mientras que artistas como José Guadalupe Posada y al parecer también Manuel Manilla exhibieron sendas ilustraciones. El grabado respectivo del primero, por ejemplo, fue acompañado por una calavera: “Ya se acerca el fin del mundo,/ vamos hacer calaveras/ por nuestros grandes pecados/ el juicio ya se nos llega./ Casi en vísperas estamos/ de este horrible cataclismo,/ esto será el año que entra/ y todo estará concluido”.

 

Lo cierto es que, a más de un siglo de distancia, el fin de la humanidad sigue siendo una predicción latente en diversas culturas del mundo.

 

 

El arttículo "¡El fin del mundo!" del autor Marco A. Villa se publicó en Ralatos e Historias en México número 125. Cómprala aquí