El misterioso caso de la muerte de Doña Catalina Suárez, la Marcayda

¿Hernán Cortés amó realmente a la Marcayda o se casó obligado por el gobernador Diego Velázquez?

 

La versión de la muerte por enfermedad

Paradójicamente, Juan Suárez mantuvo una buena amistad con Hernán Cortés hasta el momento del juicio, en 1529. Es notable el testimonio del hijo de Suárez, del mismo nombre que su padre y quien en sus Noticias históricas de la Nueva España, escritas en el siglo XVI, relata (se respeta la ortografía del texto original):

“Estando ya don Hernando Cortés en su quietud […] esperaba por horas a su mujer, Doña Catalina Suárez, que había enviado por ella; y ya pasados muchos días que estaba con esta esperanza, llego nueva al Marques como su mujer estaba en el Puerto […] Olgó de ello mucho, y luego despachó a unos capitanes que fuesen con cosas de regalos a recibilla y la trujesen a México […] era muy bien recibida en todos los pueblos donde llegaba, así de los indios […] y de los españoles que el Marques enviaba; y desta manera llegó a Coyoacán donde fue muy bien recibida […] y le hicieron muy grande recibimiento y muchas fiestas […] ahí estuvo con su marido el Marqués del Valle y estando muchos días […] (ella era muy enferma de la madre, mal que suele ser muy ordinario en las mujeres) una noche, habiendo estado muy contentos […] y acostándose muy contentos marido y mujer, a media noche le dio a ella un dolor de estómago, cruelísimo, y luego acudió el mal de madre y quando quisieron procurar remedio, ya no lo tenía y así dio su ánima a Dios. Hállose con ella su camarera Antonia Hernández, mujer que fue segunda vez de Juan de Moscoso […] al qual se lo oí contar y con lágrimas, porque la quería mucho.”

Y prosigue el cronista:

“Como en este miserable mundo jamás faltan cosas nuevas que tratar y en que mostrarse las malas intenciones, en esta ocasión se declararon algunas que contra el marques había, diziendo que aquella noche […] habían reñido marido y mujer y que el la había muerto […] fue maldad grandísima levantada de malos hombres, los cuales […] lo han pagado o pagan en el otro mundo […] ella murió como he dicho, y no tuvo culpa el marqués y dio satisfacción dello con el sentimiento que hizo, porque la quería muy en extremo […] Otras hermanas que esta señora tenía, murieron del mismo mal en la Nueva España […] Doña Leonor Suárez Pacheco (casada con Andrés de Barrios) […] Doña Francisca Suárez de Ávila […] como a estas señoras no se les podía argüir que las habían muerto sus maridos porque la que fue casada, que era la doña Leonor, no estaba su marido en la Ciudad y la Doña Francisca, era doncella, clara está la falsedad.”

Para Juan Suárez hijo, criollo de la primera generación en Nueva España, las querellas contra el conquistador fueron producto del encono de enemigos de la talla de Nuño de Guzmán y sus secuaces, así como de aquellos que apoyaban a Diego Velázquez, por nombrar solo algunos. Lo que resulta claro es que el asunto de la muerte de doña Catalina sirvió como arma política contra Cortés y sus partidarios en el siglo XVI, y siguió siéndolo hasta el XIX.

El proceso judicial

Preponderante fue el papel de la madre de Catalina en la vida de su hija y aún después de su muerte. María de Marcayda, ya en la etapa de la familia en Cuba y buscando casar bien a sus hijas, habría visto en el encomendero Cortés un buen prospecto para Catalina y seguramente fue quien pidió al gobernador Velázquez que obligara a Hernán a cumplir con la palabra de matrimonio dada a su hija.

Siempre al lado de Catalina, María pasaría con ella a la Nueva España una vez consumada la conquista. Poco le duró el gusto de que su hija fuera la esposa del gran conquistador de México. Según el juicio a Cortés, la madre siempre estuvo convencida de que Catalina murió asesinada. Siempre odió a Cortés. Siempre quiso querellarse con él y que se le castigase por su crimen, pero todos le desaconsejaban emprender un juicio contra el hombre más poderoso de la Nueva España.

Sin embargo, en 1529 las cosas eran totalmente diferentes. Al conquistador de México le habían quitado el poder y entonces parecía factible obligarlo a pagar viejas deudas, viejos crímenes. Por ello, instigada por los enemigos de Cortés y apoyada por su hijo Juan Suárez, María de Marcayda decidió plantarle cara en dos procesos que se ejecutaron de manera paralela. En uno acusó a don Hernán de homicidio. En el otro, reclamó para ella y sus herederos el dinero que obtuvo mientras estuvo desposado con su difunta hija; no solamente lo que juntos habían trabajado en las encomiendas de Cuba y México, sino también lo que le correspondiera a Catalina de la fortuna adquirida a través de la conquista, por haber invertido Cortés en esta algunos de los bienes de su hija. El pleito entre los herederos de Cortés y los Suárez Marcayda todavía continuaba en 1599.

En el “sumario de residencia” fechado el 4 de febrero de 1529 en México, María de Marcayda dejó claramente establecido que era ella la querellante y que, como no podía aparecer en el juzgado como tal, delegaba su representación en su hijo Juan Suárez. Estas palabras las encontramos tanto en los Documentos cortesianos (reunidos por José Luis Martínez) como en las Noticias históricas de la Nueva España:

“Muy poderosos señores: María de Marcaida y Juan Xuárez, su hijo, parecemos ante Vuestra Majestad y nos querellamos de don Hernando Cortés, gobernador y capitán general que fue de esta Nueva España, y contando el caso de mi querella decimos: Que en unos días y meses del año de mil quinientos veintidós años, el dicho don Hernando Cortés, siendo casado y velado a ley y bendición, según manda la Santa Madre Iglesia, con doña Catalina Xuárez, hija y hermana mía y de la dicha mi madre, estando en los aposentos de Coyoacán, en las casas de su morada, estando […] buena y sana […] y estando con el dicho su marido don Hernando Cortés, siendo el dicho Hernando Cortés obligado a la mirar y guardar, así por ser su marido, como era, como por ser justicia mayor […] el sobredicho reo, por mí denunciado y querellado, con poco temor de Dios y de su rey y señor […] estando con ella en una cámara donde dormían, la maniató […] sin poder llamar a nadie que la socorriese, llamando a Dios Nuestro Señor y a Santa María su Madre Nuestra Señora, le echó unas azalejas2 a la garganta y le apretó hasta que la ahogó y murió.”

María de Marcayda tuvo en toda la malograda historia de su hija un rol fundamental. Siempre estuvo al lado de Catalina cuando esta fue encomendera en Cuba y en su traslado a México. Cerca de ella en su corta residencia en Coyoacán y acompañándola al momento de su muerte, la madre parece ser el sostén y fortaleza de la Marcayda: la educó, gestionó su matrimonio con Cortés y la ayudó a administrar sus bienes.

¿De qué murió la Marcayda?

Querellantes y testigos dicen que el conquistador la mató con sus propias manos; parientes y algunos declarantes señalan que fue debido a un heredado mal familiar.

¿Mató Hernán Cortés a Catalina Suárez? Tal vez la respuesta a esta pregunta se pueda encontrar si se resuelven otras: ¿amó realmente Cortés a la Marcayda o se casó obligado por Diego Velázquez? ¿La mandó traer amorosamente o ella impuso su llegada reclamando el lugar y la fortuna que le correspondían? ¿Qué sucedió realmente la noche de su muerte?

Don Hernán no fue culpado oficialmente por la muerte de su esposa. Las cuestiones alrededor de la vida y el final de Catalina siguen sin aclararse, pero, sin duda alguna, fue María de Marcayda quien, de la mano de los enemigos de Cortés, tratando de proteger y preservar la memoria de su hija, así como queriendo recuperar la fortuna de la difunta, arrojó sobre el conquistador la ignominiosa duda y la sospecha de su criminal conducta por el resto de la historia. ¿O dijo la verdad?