¡Vamos al cine! Les recomendamos “La oveja negra”

México, 1949

Marco Villa. Historiador

Protagonizada por Pedro Infante y Fernando Soler, dos de los mejores actores de su tiempo y también de los más queridos por el público y demandados por los realizadores, La oveja negra es una historia decimonónica que transcurre en un pueblo rural del norte del país, por lo que retrata de forma tragicómica algunas de las costumbres de la época, desde las formas de educar o de vestir, hasta algunos de los oficios más comunes, como el del ranchero o el hacendado, y sus creencias.

 

Irresponsable con sus deberes en casa y jugador de deudas impagables, don Cruz Treviño Martínez de la Garza es un macho empistolado de fines del siglo XIX en su más exagerada villanía, aunque tampoco le falta carisma. Lo mismo lo derrocha entre sus compañeros de borrachera que coqueteando con Justina, una mujer mucho más joven que él. Encima, un día le llega la oportunidad de contener por un cargo público como prefecto de su pueblo, impulsado por un cuarteto de “mangoneadores y lambiscones” que solo con él al mando verán favorecidos sus negocios chuecos.

Pero Silvano, su hijo, es toda bondad y respeto hacia su progenitor, aunque también macho, carismático y coqueto, como este. “¡Sí, apá!”, “¡no apá!”, repite a cada indicación o consejo. Incapaz de juzgarlo, le profesa devoción y respeto al límite, aunque a sus espaldas maldice el tipo de padre que le tocó, al que además ha tenido que salvar en más de un lío. Silvano también parece ser quien más procura la hacienda donde viven, propiedad de su madre Viviana, prototipo de la mujer abnegada de aquel tiempo. Ella, de hecho, mantiene el despilfarro del marido, además de soportar su conducta, esperando que algún día entre en razón y saque para siempre al buen hombre que lleva dentro.

Al final, don Cruz y su “huerco” son dos caras de la misma moneda, que por si fuera poco se verán enfrentados en “líos de faldas”, así como en la contienda política a la que llegan impulsados por hordas de seguidores que acuden a sus concurridas campañas y fiestas políticas, justo a la usanza de la época. Con los resultados de uno y otro asunto, las cosas se complican para la familia Treviño y también para Marielba, la novia de Silvano. Don Cruz está fuera de control, enemistado con su hijo, a quien incluso golpea, y desconsolado ante el lecho de muerte de su “santa” esposa Vivianita.

 

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La oveja negra