Transatlántico al exilio

La Redacción

Los meses transcurridos entre agosto de 1940 y septiembre de 1941 en Marsella, Francia valieron toda una vida, o por lo menos así lo sintió el periodista norteamericano Varian Fry desde el momento en que tuvo que interrumpir para siempre su titánica misión de poner a salvo a muchos ciudadanos, hasta el último de sus días. Y es que Fry había logrado tejer una extensa red de colaboradores, incluso con la complicidad de algunos de ellos en tareas ilegales, para ayudar a escapar del nazismo a más de dos mil judíos y activistas luego del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Parte de esta historia, que además tocó a las puertas de México, es recreada a través de una historia ficticia en la serie Transatlántico.

 

Con la ayuda de la artista bostoniana Miriam Davenport, de su ricas compatriotas Mary Jayne Gold y Peggy Guggenheim, así como del apoyo de Eleanor Roosevelt en un inicio, Varian Fry también logró subir de contrabando al buque de vapor SS Sinaia –el mismo que había atracado en el puerto de Veracruz con miles de exiliados españoles en 1939– con destino hacia México, EUA, el norte de África, Martinica y otras regiones, o atravesar de forma clandestina la complicada orografía francesa con rumbo a España, a una importante lista de personajes que antes y después figurarían entre lo más granado del arte y las letras del Viejo Continente, como André Breton, Marcel Duchamp, Benjamin Péret, Remedios Varo, Hannah Arendt, Claude Lévi-Strauss, Arthur Koestler, Víctor Serge, Marc Chagall, Max Ernst, Walter Benjamin, Alma Mahler, entre otros.

La tarea de estos jóvenes estadounidenses aconteció en medio de una aguda crisis migratoria que obligó a no pocas naciones a cerrar sus fronteras ante la multitudinaria desbandada mayormente judía que buscaba ponerse a salvo de la persecución nazi, así como de la intromisión del régimen colaboracionista francés de Vichy, que una vez alineado a los intereses alemanes, complicó sobremanera las actividades en suelo marsellés del Comité (o Comisión) de Rescate de Emergencia, la organización privada estadounidense que había enviado a Fry a la nación gala para cumplir esta misión. Al final, el armisticio firmado entre Francia y Alemania en junio de 1940 obligaba al gobierno del general Pétain, vía su artículo 19, “a entregar cuando se le solicite a cualquier nacional designado por el gobierno del Tercer Reich”.

Así las cosas, la policía marsellesa, en contubernio con algunos representantes diplomáticos norteamericanos que debieron actuar apegados a las nuevas limitaciones migratorias de su país que solo concedería doscientos visados más, buscó arrestar a los migrantes para enviarlos a los campos de concentración y deportar cuanto antes a Fry. Pese a ello, su estancia y la del Comité fue productiva, pues desde los primeros días en que estuvo alojado en el hotel Splendid y luego en la villa Air-Bel –se llegó a decir que Víctor Serge la llamaba “Château Espère-Visa”–, Varian Fry conformó el Centro Americano de Socorros que trabajó incesantemente haciendo de sesenta a setenta entrevistas por día y concediendo las visas, la mayoría obtenidas gracias a documentos de identidad falsos.

Fry finalmente debió embarcarse con rumbo a Nueva York desde Portugal tras ser expulsado de Marsella, apenas trece meses después de su llegada a Marsella con tres mil dólares en el bolsillo y la mítica lista negra de doscientos nombres que llevó desde aquella primera reunión para la conformación del Comité. “Era un día gris y lluvioso cuando abordé el tren. Miré por las ventanillas e innumerables imágenes se acumulaban en mi mente. Pensé en los rostros de los miles de refugiados que había enviado afuera de Francia, y los de miles más que había tenido que dejar tras de mí”, escribió años después. Como se sabe, varios de los artistas y escritores que Fry ayudó tuvieron un paso fugaz por México, aunque suficiente para dejar una profunda huella. Algunos más se quedaron a residir para siempre, uniéndose a los miles de refugiados españoles llegados un año antes y que con el tiempo consolidarían un importante legado cultural en nuestro país.

 

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Transatlántico. El camino al exilio en México y el mundo