Tal hospital ocuparía un inmueble de la actual avenida Hidalgo, concretamente en el número 107. Así, según un documento de la época actualmente resguardado en el Archivo General de Indias, “el hospital fue creado para recoger y sustentar en él a […] todos los locos, inocentes y mentecaptos que hay en este Reyno y sus Provincias, de donde se traen para curarse y alimentarse y de todo lo que les es menester para su comida, vestuario y limpieza”.
Integrando ciencia y religión, hacia 1567 el sevillano fray Bernardino Álvarez Herrera, quien previamente se había dedicado a atender enfermos en el hospital del Marqués, inició la fundación en el centro del virreinato de un hospital dedicado no solo a la atención médica de cierto sector social, sino también al confinamiento de todos aquellos que resultaban indeseables para los ojos de la comunidad, entre los que se encontraban los vagabundos, ancianos, huérfanos, desvalidos, pobres, y por supuesto, los dementes y melancólicos.
Tal hospital ocuparía un inmueble de la actual avenida Hidalgo, concretamente en el número 107. Así, según un documento de la época actualmente resguardado en el Archivo General de Indias, “el hospital fue creado para recoger y sustentar en él a […] todos los locos, inocentes y mentecaptos que hay en este Reyno y sus Provincias, de donde se traen para curarse y alimentarse y de todo lo que les es menester para su comida, vestuario y limpieza”. Pronto, el arzobispo Alonso de Montúfar dispuso que el nuevo inmueble quedara bajo la advocación de San Hipólito y que de él se ocupara igualmente la orden de San Hipólito de la Caridad, misma que sería oficialmente instituida, años más tarde, por el papa Inocencio XII en la bula del 20 de mayo de 1700.
Hasta entonces, los dementes no habían representado más que una mínima atención sanitaria. En este sentido, ningún código civil español ni novohispano detallaba lo que debía hacerse con estos enfermos, por lo que las acciones tomadas sobre ellos, previo a la fundación de dicho hospital, habían dependido de la visión particular de cirujanos, religiosos, familias y vecinos de ellos. En este tenor, el hospital de San Hipólito representó cierta novedad en los entornos social, jurídico y médico.
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Lunáticos… y no tanto