Salvador Novo

Cartografía urbana
Jaime Bali Wuest

Col. Villa Coyoacán, Del. Coyoacán, C.P. 04000

 

De los augures y cantores de la dicha y de la magnificencia de la nueva Tenochtitlan, ninguno tan destacado como Salvador Novo (1904-1974). Poeta de primer orden, personaje público captado a través de la sorna y la admiración, director y autor de teatro, publicista, epigramista, Novo en la crónica y en la actitud, personaliza la creencia en la buena suerte de la ciudad y de su élite.

                                                                                                                                                               Carlos Monsiváis

                                                   Fragmento del prólogo de Nueva Grandeza Mexicana, para la edición de 1992

 

Que una calle lleve el nombre de Salvador Novo y que además sea la misma donde él vivió, en la antigua Villa de Coyoacán, es más que merecido diría cualquiera, sobre todo después de leer Nueva Grandeza Mexicana, obra escrita por Novo muchos años atrás con el objetivo de hacerle un regalo a los ciudadanos, que no habían reparado en las bondades cosmopolitas de la capital, y también con la idea de llamar la atención de las autoridades. Novo se empeñó en mostrar al mundo y a sus habitantes, que no sólo vivían en la “región más transparente”, sino que, además, apenas eran perceptibles en la ciudad abierta las diferencias sociales.

Desde la visión de Novo, en la búsqueda de la utopía, todos disfrutaban de los beneficios de lo que después se llamó el milagro mexicano. Personaje singular, crecido al lado de los Contemporáneos con los que compartió la emoción de fundar revistas como Ulises Contemporáneos, nació como todos ellos al romper el siglo y con el sino de atravesar, a como diera lugar, las sinuosidades de una sociedad empeñada en transformarse, pero al mismo tiempo resistente a los usos y costumbres que el capitalismo ya había instaurado en las metrópolis desarrolladas.

Novo, tomando lo que quería del pasado, fue capaz de promover y darle cuerpo nacional a la ideas y al humor de una generación de intelectuales que tenían la mirada puesta, las más de las veces, en el exterior. Prosista y poeta; cronista y columnista, autor de epigramas y sonetos, resistente a las evocaciones históricas y desacralizador de mitos con una elegancia que le envidiarían sus émulos de hoy (véase Poemas proletarios); dejó en sus artículos, recopilados en la serie La vida en México, apuntes para la historia de los gobiernos de la posrevolución. Hombre público, zaherido y tratado con sorna por los intolerantes, escritor refugiado con sus virtudes en los nichos del poder, entre ambientes perfumados de una elite gubernamental interesada en tener cerca a los prodigios intelectuales, se reservó para la posteridad su obra Estatua de sal, relato de su experiencia personal en el seno de un país bronco, marcado por el machismo y la hipocresía que enclaustró a los homosexuales y reservó para ellos la persecución y el linchamiento moral.

 

Esta publicación es un fragmento del artículo “Salvador Novo” del autor Jaime Bali Wuest y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 27.