¡Que viene el pushball!

Un deporte extremo que llegó a México en los albores del siglo XX
Gerardo Díaz

La transición del siglo XIX al XX trajo cambios significativos en varios aspectos de la vida diaria. Uno de ellos fue la educación. Además de las metas intelectuales, gobiernos e instituciones de enseñanza privadas se esmeraron en fortalecer el organismo con programas de educación física.

 

Los deportes colectivos fueron las estrellas de estos programas, pues iban más allá del acondicionamiento físico al proporcionar a sus practicantes experiencia en trabajo de equipo, coordinación y liderazgo. En las instituciones de educación superior mexicanas se popularizaron actividades provenientes del extranjero como el futbol, beisbol, baloncesto o voleibol. En esta “fiebre” por buscar la práctica idónea, la juventud nacional probó de todo con mucha pasión y dedicación.

 

Uno de los deportes practicados y que hasta hoy es poco desconocido fue el pushball, desarrollado en la década de 1890 por Moses G. Crane en Massachusetts, Estados Unidos. En un principio se introdujo como una alternativa menos violenta y más higiénica –cosa importante para los nuevos estándares pedagógicos–a juegos como el rugby y el futbol americano. Su objetivo era bastante simple: en un campo con las dimensiones aproximadas a las de uno actual de futbol (90 x 120 metros máximo), once jugadores por equipo empujaban, con la ayuda de todo su cuerpo, una esférica de ¡1.80 metros de diámetro y 23 kilogramos de peso! Debían introducirla entre los postes que señalaban la meta de sus contrarios. Sí, parecido al futbol.

 

En principio fue muy divertido y, en México, escuelas como la de Chapingo incorporaron esta práctica a sus planes deportivos, a pesar de la costosa manufactura del balón gigante Spalding. Sin embargo, con el tiempo la realidad fue otra. Los partidos se transformaron en campos de batalla y los jugadores aprovechaban la menor oportunidad para colocar buenos golpes a sus contrincantes, con la excusa de estar empujando la pelota.

 

A pesar de ello, en países como Estados Unidos y Gran Bretaña este deporte fue adoptado por el Ejército, e incluso hicieron una variación del juego para que participaran caballos, los cuales empujaban la enorme pelota con sus ancas y pecho. Tal vez alguno de nuestros lectores recuerde o haya oído hablar de esta arriesgada práctica en México.

 

El artículo "¡Que viene el pushball!" del autor Gerardo Díaz, se publicó íntegramente en Relatos e Historias en México, núm. 99.