Sin duda, era un lugar con raigambre aristocrática, pues allí se edificó la residencia de los condes del Valle de Orizaba, conocida como Casa de los Azulejos (que pervive como un Sanborns).
A inicios del siglo XX, la plaza Guardiola se ubicaba en una de las esquinas más emblemáticas de la Ciudad de México y ya era testigo del cotidiano ajetreo urbano.
Sin duda, era un lugar con raigambre aristocrática, pues allí se edificó la residencia de los condes del Valle de Orizaba, conocida como Casa de los Azulejos (que pervive como un Sanborns), y la de los marqueses de Santa Fe de Guardiola, que en 1871 fue reemplazada por la llamada Casa de los Perros (izquierda), proyectada por el reconocido arquitecto Ramón Rodríguez Arangoiti y construida por el no menos célebre Lorenzo de la Hidalga.
El inmueble presumía en su fachada unas vistosas esculturas de canes y pertenecía a la acaudalada familia Escandón. En la década de 1930 esa residencia también sería demolida para dar paso al edificio diseñado por Carlos Obregón Santacilia que hoy es conocido como Guardiola, un anexo del Banco de México que fungió por un tiempo como bóveda de esta institución.
Pese a sus radicales transformaciones, hoy sigue siendo una de las esquinas más importantes del centro de la capital y el ajetreo persiste por la hoy calle peatonal Madero en su cruce con Eje Central Lázaro Cárdenas.
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Plaza Guardiola