Ernesto Madero fue el hijo mayor de Evaristo en su segundo matrimonio. Era accionista de dos importantes firmas de metalurgia pesada a principios del siglo XX: la Fundidora y Afinadora “Monterrey” y Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey. Durante su gobierno, Francisco I. Madero lo nombró secretario de Hacienda.

Una forma de verificar la creciente importancia de la familia Madero a partir de los años noventa es señalar las empresas que puso en marcha desde Monterrey, las firmas en las que tenía participación y aquellas que continuaba manejando desde Parras u otros puntos de la región.

Minería. Un sector productivo que emergió con amplitud en la dinámica de los Madero desde 1890. Su auge correspondía a las necesidades crecientes de la industria del noreste de Estados Unidos y se situaba dentro de la reorientación de la economía mexicana respecto a la ascendente potencia vecina. Entre 1890 y 1907 los Madero participaron de una u otra forma en más de treinta compañías mineras y minero-metalúrgicas (ver cuadro). En algunos casos, su predominio era total y a veces exclusivo; en otros, se les encuentra asociados con los más relevantes empresarios del noreste.

Francisco Madero padre sobresale por su dedicación a la minería, complementando así sus variados intereses volcados en agricultura, comercio y fábricas: intervino en 18 de las 33 empresas y explotaciones que se indican. En varias de ellas ocupaba posiciones directivas. Junto con su hermanastro Ernesto, eran accionistas de las dos firmas de metalurgia pesada con mayor capital regional que existían a principios del siglo XX: la Fundidora y Afinadora “Monterrey” y Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey. En esta última ambos fueron accionistas fundadores y Ernesto operó como director propietario junto con Adolfo Zambrano, Antonio Basagoiti, León Signoret, Eugenio Kelly, Tomás Braniff, Isaac Garza y Valentín Rivero.

Entre los ejemplos de exclusividad familiar se contaron casos como la Compañía Carbonífera de Nuevo León y Coahuila, S. A., fundada en 1905, en la que hallamos al jefe Evaristo con sus hijos Francisco, Ernesto, Manuel, Evaristo, José, Salvador y Alberto. Y desde la década de los noventa intervienen, paulatinamente, un par de nietos del patriarca: Francisco Ignacio y Gustavo Adolfo.

Industria fabril. Ya se ha comentado que este núcleo parental incluía desde tiempo atrás la manufactura. Madero y Cía. se hizo cargo a principios de los setenta de La Estrella, en Parras, y durante años el rubro textil resultó el más usufructuado. Fue, seguramente, base de la Compañía Industrial de Parras, que encontramos en 1902 como hegemónica en la Compañía Industrial del Norte, con asiento jurídico en Gómez Palacio. Esta firma unificó, bajo el liderazgo de Evaristo Madero, cuatro fábricas textiles instaladas en otras tantas ciudades del noreste. Las otras tres eran La Amistad, de Prince, Torres y Prince, en Gómez Palacio; La Bella Unión, de la Compañía Industrial Saltillera, y El Porvenir, de Valentín Rivero y Sucesores, de Monterrey.

Más allá de los textiles, los Madero apuntaron capitales hacia el ramo metalúrgico, que incluía la muy consistente Compañía Metalúrgica de Torreón; a la vitivinicultura (con Ernesto Madero y Hnos.); a la producción de cartón, ladrillos, vidrios y cristales (como accionistas de la firma que devino Vidriera de Monterrey), y a industrias de la alimentación, impresoras, derivados de la semilla del algodón (jabones) y transformación de la madera. O sea: diversificación no solo económica en general, sino también dentro del mismo sector industrial. En no pocos casos, como accionistas; en otros, como propietarios directos. Cuando eran accionistas, los ejemplos de articulación con otros grandes empresarios se multiplicaban: Fundidora y Afinadora “Monterrey”, Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, Fábrica de Vidrios y Cristales de Monterrey, Fábrica de Cartón de Monterrey, Compañía Ladrillera “Unión”.

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