Mariano Echeverría y Veytia

Cartografía urbana
Luis A. Salmerón

A pesar de su importancia, el historiador e intelectual Mariano Echeverría y Veytia es poco conocido. Nació en Puebla el 16 de junio de 1718, en el seno de una de las familias de mayor abolengo que se trasladaron al virreinato y cuyos ancestros se pueden rastrear hasta el rey Alfonso XI. Con sólo quince años se graduó de bachiller en filosofía en la Real y Pontificia Universidad de México. Tres años después obtuvo el título de abogado en la misma institución, aunque por su corta edad tuvo que solicitar un permiso especial de la Audiencia para ejercer. Recién graduado, fue enviado por su padre a España para encargarse de los negocios familiares.

 

En Europa conoció al célebre anticuario e historiador italiano Lorenzo Boturini, personaje fundamental en su vida y de quien más tarde recibiría el encargo de recobrar parte de la colección de antigüedades y manuscritos que le confiscaron cuando fue deportado de Nueva España. Tiempo después Echeverría y Veytia fue nombrado albacea de los bienes que el italiano dejó en este territorio, por lo que contó con una importante colección de documentos sobre el México antiguo para escribir sus libros.

 

Muerto su padre, don Mariano heredó una considerable fortuna y pudo renunciar a sus cargos públicos para dedicarse a su gran pasión: el estudio del pasado; así, inició lo que sería su principal obra: Historia antigua de Méjico, publicada póstumamente en 1836 y que en sus tres tomos abarca desde los primeros pobladores de América hasta la caída de México-Tenochtitlan. De hecho, ninguna de sus obras vio la luz mientras vivió. Sin embargo, su trabajo era conocido en las cortes del virreinato y la metrópoli, así como por otros estudiosos con los que tenía intercambio epistolar.

 

Falleció en la ciudad de Puebla en 1780. Al enterarse de su muerte, el rey de España dictó una orden al virrey para que se recogiesen de manos de sus herederos todos sus manuscritos y papeles relativos al estudio de la historia antigua de México. Éstos constaban, entre otros, de dos tomos terminados y uno inconcluso de la Historia antigua de Méjico; el libro sobre las apariciones marianas Baluartes de México o historia de las cuatro sagradas apariciones de Nuestra Señora, publicado incompleto en 1820; un Libro de fiestas de indios, con la explicación de esos eventos; el Diario de viaje que narraba sus avatares en Europa; la Historia de la fundación de Puebla de los Ángeles en 48 cuadernos; un mapa pintado a mano de la ciudad de México.

 

Entre su acervo también se encontraban varias traducciones y numerosos manuscritos, entre ellos el último de los códices del llamado grupo Magliabecchiano, conocido como Códice Veytia, mandado pintar por don Mariano en 1755 para ilustrar su magna obra histórica y que actualmente es considerado uno de los tesoros bibliográficos que resguarda la Biblioteca del Palacio Real de Madrid.

 

 

Este artículo se publicó en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 98.