Nacido en la ciudad de Oaxaca en 1830, Manuel Dublán perteneció al grupo de políticos que estudiaron en el Instituto de Ciencias y Artes de esta entidad, como Benito Juárez, Porfirio Díaz y Emilio Rabasa, entre otros.
Concluidos sus estudios de abogado y ya inmerso en la política de su estado natal, Dublán contrajo nupcias con Juana Maza, hermana de Margarita, esposa de Juárez, y apoyó la rebelión de 1854 que desterró definitivamente a Antonio López de Santa Anna y llevó a los liberales al poder. En 1855, junto con Ignacio Mariscal, colaboró con su célebre concuño en la redacción de la Ley Juárez –considerada la primera de las leyes de Reforma–, que suprimía los tribunales especiales.
Durante la Guerra de Reforma se mantuvo leal al bando liberal; sin embargo, tras el arribo de Maximiliano de Habsburgo a México en 1864, en el marco de la intervención francesa, se alejó del partido liberal para apoyar al imperio y ejercer de manera privada la abogacía. Luego de la derrota de este régimen, Dublán se reincorporó a la vida política en 1871 como diputado. Al año siguiente, tras la muerte de Juárez, se convirtió en partidario de Porfirio Díaz y apoyó la rebelión de Tuxtepec que en 1876 llevaría al general por primera vez al poder.
A partir del segundo periodo presidencial de Díaz (1884-1888), Dublán adquiere un papel protagónico en la política nacional al encargarse de la Secretaría de Hacienda, que ocupó del 1 de diciembre de 1884 hasta el 31 de mayo de 1891, cuando lo sorprendió la muerte. En ese cargo logró reestructurar las deudas interna y externa, con lo que sentó las bases económicas para la consolidación del Porfiriato. La negociación de ambas deudas fue tan importante para el régimen que incluso se les bautizó como “Conversión Dublán”.
También fue un gran promotor de la modernización bancaria y financiera del sector privado, y con el firme apoyo de don Porfirio, fue un gran impulsor de la inversión privada, nacional y extranjera, en sectores estratégicos para el desarrollo del país. Entre 1888 y 1889 dio cuenta del superávit fiscal alcanzado, la confianza del capital externo y los logros en las políticas recaudatorias del gobierno.
Su buen desempeño en el ramo hacendario fue clave para garantizar la continuidad de Díaz en el poder, por lo que en 1888 fue ratificado en su cargo y, probablemente, ahí se hubiera mantenido muchos años más, pero la muerte se lo impidió. Más tarde, José Yves Limantour basaría su labor en el meticuloso trabajo del abogado Manuel Dublán.
El artículo "Manuel Dublán" del autor Luis A. Salmerón se publicó íntegramente en Relatos e Historias en México número 103.