Con tan solo veintidós años, estremeció los oídos y corazones de todos con su presentación en el Festival Mundial de la Canción Latina en 1970. Parecía que a partir de ese momento nada malo podría ocurrirle a su carrera musical, pero conservar ese trono le costaría más de lo que hubiera deseado.
José Rómulo Sosa Ortiz tuvo la suerte de vivir rodeado de un ambiente musical de primera talla: fue hijo del tenor José Sosa Esquivel y de la concertista de piano Margarita Ortiz Pensado. Desde joven sintió afinidad por la música popular, a pesar de que en su casa existía la rígida regla de no hacer sonar algún tipo de música que no fuera del agrado de su padre. Para su fortuna, el cantante Pepe Jara lo alentó a seguir su corazón y dedicar su voz a lo que él disfrutara más, que para suerte de muchos de nosotros fue al amor y sus callosidades.
A los quince años formó su primer grupo musical y desde entonces no paró de cantar. Dos años después logró su primer contrato con la casa discográfica mexicana Orfeón para grabar un sencillo, pero el éxito no llegó fácil. Pepe Sosa continuó haciendo grabaciones de poca trascendencia, acumulando experiencia en muchos campos y géneros musicales, e incluso formó una banda de jazz llamada Los PEG, en donde además de ser la voz del grupo, era el bajista. Con dicha agrupación hizo que RCA Victor lo tomara en serio y le ofrecieron un contrato para grabar su primer LP en 1969, un año después de la muerte de su padre y por la cual decidió llamarse dos veces José, en honor a él.
Luego de triunfar a nivel mundial con la canción El triste en 1970, José José comienza a caer en los excesos, aunado al alcoholismo aprendido en casa y que lo acompañó durante el resto de su carrera, un tanto como consecuencia de su trabajo en centros nocturnos.
En 1977 firma con una nueva casa discográfica llamada Ariola, donde se le permite tener una mayor intervención creativa para elegir tanto los temas como a los talentosos compositores de las canciones que interpretaría, como Rafael Pérez Botija, Roberto Cantoral, Juan Carlos Calderón, Manuel Alejandro, Camilo Sesto, Juan Gabriel, Consuelo Velázquez, entre otros.
A pesar de que todo tenía la apariencia de ser inmejorable, la vida privada de José José siempre estuvo llena de conflictos que lo arrastraban a su propia destrucción: divorcio, malos manejos económicos, amistades por conveniencia, amores y desamores, tormentos propios del artista que giraban en su mente y se la llenaban como olla de presión… Por suerte y a propuesta del compositor Manuel Alejandro, esos secretos los fue sacando de sí como cualquier artista lo hace con su talento. En su caso, fue cantando letras diseñadas a medida, las cuales le permitían interpretar con lo más profundo de su dolor, con esa hermosa voz de barítono que ahora agradecemos haya quedado registrada en su mejor trabajo: Secretos.
El artículo "Los secretos de José José" del autor Ismael Villafranco se publicó en Relatos e Historias en México número 124. Cómprala aquí.