El argentino Juan Manuel Fangio (1911-1995) es considerado uno de los mejores pilotos de la historia. Participante en un sinfín de carreras, su prestigio le ganó una invitación para competir en la primera temporada de la Fórmula 1, en 1950, la cual después dominó durante su primera década, consagrándose como uno de los volantes más solicitados por las poderosas escuderías de Europa.
A la par de los circuitos, aquella fue una época para derrapar en cualquier asfalto. Sin el tráfico actual y con el apoyo de las autoridades, las carreras de resistencia sobre las calles y avenidas de las ciudades eran una hermosa prueba para constructores y pilotos. En este sentido es que, en 1950, nace en México la Carrera Panamericana (véase Relatos e Historias en México, núm. 127).
Para su cuarta edición, a celebrarse también en nuestro país en 1953, la fama de esta carrera se había catapultado, en buena medida por lo competitiva y excitante. Diversas máquinas como las de Ferrari, Ford, Jaguar, Porsche y Lancia se tomaron en serio el salir victoriosas, buscando demostrar al mundo su supremacía. En aquel año Fangio tenía un vínculo con la marca italiana Maserati, pero logró también el permiso con Lancia, igual de Italia, para participar.
La carrera arrancó el 19 de noviembre con la etapa Tuxtla Gutiérrez-Oaxaca. Al día siguiente partió de la ciudad de Oaxaca hacia Puebla, donde un pique espectacular entre sus coequiperos y amigos Felice Bonetto y Piero Taruffi, relegó a Fangio a un tercer lugar. Pero de la capital poblana a la Ciudad de México pasó lo inimaginable: el auto de Fangio mantuvo un derrame de aceite que condicionó un neumático, hasta que no pudo mantenerse sobre la pista y derrapó. Dada la velocidad, el estelar argentino corrió con mucha suerte, pues no volcó ni chocó de gravedad, aunque su auto se desalineó y la desventaja respecto a los punteros se amplió.
Deportivamente, la situación estaba perdida, pero la etapa entre la capital del país y León dio una lección de vida a todos. Bonetto se estrelló y murió en el acto, mientras que Taruffi tuvo que maniobrar un despiste para no estamparse también. A partir de ese momento, Fangio se convirtió en líder.
El 23 de noviembre llegó a Ciudad Juárez. Fangio no había ganado una sola etapa y además perdió a un amigo, pero continuó estoico con su estrategia. Registró dieciocho horas con once minutos. Quizá fue el tiempo más alegre y a la vez más triste de su vida.
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La accidentada Carrera Panamericana de Fangio