Giuseppe Peppino Garibaldi

Gerardo Díaz

Nieto del famoso general Garibaldi, tenía 31 años cuando se enroló en el ejército maderista que logró la caída del régimen porfiriano en 1911. Al tomar las armas, junto a Pascual Orozco y Pancho Villa, continuaba la tradición de una dinastía que había combatido por la libertad en distintos países.

 

Su abuelo, principal héroe de Italia, fue una celebridad en la Europa revolucionaria de mediados del siglo XIX, por haber comandado tropas internacionalistas. También había combatido en Sudamérica y, en Brasil, se casó con Anita Ribeiro. Allá nacieron sus cuatro hijos; los dos hombres, Menotti y Ricciotti, lo acompañaron en la lucha en distintos países e igualmente cobraron fama como generales.

Peppino nació en Australia en 1879, hijo de madre inglesa y de Ricciotti Garibaldi. A finales de siglo sus padres se trasladaron a Italia y, cuando aún no cumplía 18 años, dejó sus estudios para incorporarse a la brigada “garibaldina” que en 1897 dirigía su padre en Grecia contra el poderoso Imperio otomano. Tuvo su bautizo de fuego en las batallas de Domokos, en las que obtuvo su primer grado militar.

La guerra contra los otomanos terminó en un armisticio y Peppino regresó a sus estudios. Luego partió a Buenos Aires, en donde trabajó como técnico en la compañía de electricidad, y después se dirigió a Nueva York. En 1900 se enroló con Inglaterra en la guerra bóer en Sudáfrica: los colonos blancos pretendían instaurar la República de Orange, con súbditos negros, en territorios del Imperio. Su familia le reprochará por mucho tiempo esa decisión, pero Peppino adujo que lo hizo por recomendación de su madre, Constance Hopcroft.

Regresó a Nueva York, refugio de conspiradores de distintos países, y se enroló en la revolución liberal de Venezuela contra el dictador Cipriano Castro. El movimiento fue aplastado en la cruenta batalla de Ciudad Bolívar, en julio de 1903; junto a decenas de oficiales, cayó preso el joven coronel Garibaldi. Durante siete meses, en un calabozo de la prisión de Puerto Cabello, esperó la oportunidad para fugarse.

La vida de Giusseppe se halla marcada por su necesidad de establecerse y por el llamado de su padre a continuar la tradición garibaldina. Lo mismo ocurre con sus hermanos: Bruno lo llama desde Cuba; Sante y Ricciotti Jr., desde Egipto; Menotti está en China; Costante y Ezio, desde Italia.

Peppino acepta trabajar para una compañía italiana como inspector de las condiciones de trabajo en el canal de Panamá. En 1910 escribe a sus hermanos para invitarlos a México a explorar minas de oro en Chihuahua. Llega solo, pero en febrero de 1911 atiende el llamado a las armas de Abraham González.

Se distingue en la batalla de Ciudad Juárez y, tras el triunfo de la revolución, acompaña a Madero en su segunda campaña presidencial. Luego va a Nueva York en busca de apoyos políticos para el líder.

En 1912 lo llaman su padre y su tío Menotti, quienes se hallan en Grecia, para combatir de nuevo a los turcos y, junto con sus hermanos, forman una brigada garibaldina con 10 mil voluntarios. También su hermana Anita presta servicios médicos en esa guerra.

En 1914 estalla la Primera Guerra Mundial y su padre lo envía a Nueva York a buscar contribuciones y voluntarios para la defensa de Francia contra Alemania. Con sus hermanos da vida a otra brigada garibaldina, con miles de voluntarios, y Peppino dirige el 4º Regimiento de la Legión Italiana que se distingue por su valor en las trincheras. En la ofensiva de Argonne, sus hermanos Costante y Bruno caen en combate; después son condecorados por la República de Francia. Sus rostros en bronce se adhieren al monumento de su abuelo en París.

En 1915 Italia ingresa a la guerra del lado de los Aliados y Peppino es destinado al frente en los Alpes: es nombrado general de brigada del ejército de su país. Al término de la guerra decide vivir en paz, pero el fascismo ha emergido en Italia y lamenta que su hermano Ezio apoye a Mussolini. Después de algunos intentos políticos fallidos, y alguno armado en Italia, decide, ahora sí, retirarse a la vida privada con su esposa, Maddalyn Nichols, en Nueva York. En 1935 publica sus memorias A toast to rebellion, en respuesta a quienes lo han visto como un mercenario.

En 1940 decide ir a Roma a visitar a su anciana madre y allí permanece viviendo modestamente. Los nazis detectan su presencia y lo encarcelan en 1943, pero la liberación de Italia, en el 45, lo salva de un trágico destino.

Murió el 19 de mayo de 1950, en Roma, sin hijos. En el cortejo fúnebre lo acompañaron los divisionarios de la Resistencia italiana, quienes vistieron para la ocasión la famosa camisa roja que distinguió a las brigadas garibaldinas desde el siglo XIX.

 

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