El sarape en el septentrión novohispano

Enrique Tovar Esquivel

Si el étimo de sarape continúa siendo una incógnita, el momento en que la palabra formó parte de la prenda es también un misterio. La primera referencia documentada aparece en 1777, cuando el franciscano Juan Agustín de Morfi lo mencionó como uno de los textiles elaborados en el obraje de la hacienda de Patos (hoy General Cepeda, Coahuila).

Existe un segundo testimonio norteño generado por el teniente segundo don Vicente Troncoso, del presidio de Santa Fe, quien redactó un informe al gobernador de Nuevo México, don Fernando de la Concha, el 12 de abril de 1788, en el cual expresaba que las mujeres navajo eran “tanto o más laboriosas que los hombres, [pues] fabrican los mejores y más estimables sarapes que se conocen”.

El informe de Vicente Troncoso es muy valioso, pues se convierte en la referencia más antigua de mujeres tejedoras de sarapes en el septentrión virreinal; además, destaca que no eran simples sarapes de obraje como los citados por el fraile Morfi. ¡No! Troncoso los anota como “los mejores y más estimables sarapes” conocidos en 1788.

El sarape apareció en el norte virreinal por tercera ocasión antes de cerrar el siglo XVIII, cuando en 1791 Agustín José Sáenz Fernández, vecino y comerciante de la villa del Saltillo, preparó 114 sarapes para conducirlos en flete a Real de Catorce.

Ahora bien, en la capital del virreinato de Nueva España la grafía zarape aparece hasta 1799. Un bando emitido por el virrey Miguel José de Azanza (del 22 de mayo) prohibía que en las procesiones y cualquier otro acto público religioso se presentaran personas vestidas indecentemente, incluyendo a los que se presentaban “envueltos en mantas, sábanas, frazadas, jergas, o lo que llaman chispas, zarapes u otro cualquiera jirón o trapo semejante”, so pena de sufrir ocho días de cárcel.

La palabra aparecería una vez más en 1807, cuando el Diario de México anunció el extravío de un caballo bayo puerco sustraído por Ignacio Núñez, descrito como una persona de ojos azules, güero, vestido “con su zarape blanco rayado y de botas”.

Reflexionemos al respecto. Las primeras referencias al sarape aparecieron en el septentrión virreinal, en tanto que en el centro fueron más tardías. Hay que añadir que las fuentes norteñas aluden a la elaboración y transporte del sarape para su venta, mientras que las fuentes de la Ciudad de México citan únicamente su uso como parte de la indumentaria. La palabra sarape y la prenda que lleva su nombre, por tanto, no surgieron en el centro del virreinato, sino que tuvieron su encuentro en el norte; esto marcó el camino de su origen y nos conduce a una pregunta fundamental…

¿El sarape de Saltillo se tejía en Saltillo?

Para conocer más de éste y otros interesantes temas, adquiere nuestro número 205, de noviembre de 2025, disponible en nuestra tienda en línea.