Siendo el pulque la bebida nacional por excelencia, su consumo llegó tan campante hasta el Porfiriato, cuando comenzó a ser desplazado por la cerveza. La llamada “bebida de los dioses” formaba parte de la alimentación diaria de todas las familias, sea cual fuere su clase social. Por siglos llegó a la capital mexicana y a gran parte de las ciudades de provincia a lomo de mula; después, por medio de los vagones del ferrocarril. Fueron las haciendas del estado de Hidalgo las que más sobresalieron en su producción, con cuyas ganancias sus dueños se convirtieron en verdaderos magnates.
En la fotografía destacan los odres de cuero en los que se transportaba el néctar desde la antigua Aduana de Peralvillo o del Pulque (hoy en Paseo de la Reforma Norte 707, cerca de Tlatelolco; alberga al Museo Indígena), hasta los expendios que, ya avanzado el siglo XX, aún se encontraban en casi todas las calles de la ciudad.
Esta publicación es un fragmento del artículo “Pregoneros del ayer” de la autora Guadalupe Lozada León y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 93.