Duany, un gigante cubano en el beisbol mexicano

Gerardo Díaz

Los Tigres del Marianao lo tenían en La Habana. Llamado Claro Duany, era alto, poderoso, joven y atrevido. Se hablaba de sus tremendos batazos y cómo hacía enmudecer a la tribuna. En México fue recomendado para varios equipos y finalmente los Industriales de Monterrey (en la actualidad llamados Sultanes) se hicieron de sus servicios en 1945.

 

Nuestro país percibía a su manera los efectos de la Segunda Guerra Mundial. Entre ellos, que resultaba tremendamente atractivo para los peloteros del Caribe. Mientras la economía de Estados Unidos estaba enfocada en derrotar a sus enemigos y cubrir a los hombres que marcharon a combatir, en México se pagaba bien y se vivía tranquilo. Además, no se segregaba como en el vecino país del norte, donde había ligas exclusivas para beisbolistas negros, infravaloradas en muchos sentidos. Esto propició la migración de excelentes jugadores y el nivel de la liga mexicana progresó súbitamente hacia la primera mitad de 1940.

Por ello, la aparición de Duany debe considerarse sobresaliente. Ante una férrea competencia, el gigante de 1.90 metros de estatura se consagró campeón de bateo en su temporada inaugural y también la siguiente. Cuadrangulares, hits; carreras impulsadas. En todo ayudó el cubano. No había cifra del juego en la que su nombre no destacara. En dos años su consistencia se ganó el corazón de los regios, y cuando todo apuntaba a que se convertiría en leyenda del equipo… se marchó.

Estando en las nubes, el cubano abandonó a los Industriales. Son inciertas las razones de su decisión. Lo probable es que Estados Unidos salió del estancamiento de la guerra transformado en la potencia económica mundial y esto comenzó a reflejarse en los salarios, incluso para los negros. Así que Duany firmó en 1947 para los New York Cubans de la Negro League. Ahí demostró nuevamente todo su poderío y fue pieza fundamental para consagrar campeón a su equipo en esa temporada.

Otro argumento es que simplemente Duany era trotamundos. Así lo demostró en etapas posteriores, como cuando regresó a México en 1949, donde ya no jugó para los regiomontanos sino para el Águila de Veracruz. Y en 1951 lo haría con los Diablos Rojos del México.

El gigante finalmente se retiró en Estados Unidos, donde luego trabajó conduciendo autobuses. Nació en 1917 y murió en 1997, a punto de cumplir ochenta años. Los parques de La Habana y Monterrey lo recordaban poco, pero fue uno de los mejores en sus respectivos diamantes.

 

Si desea leer el artículo completo, adquiera nuestra edición #164 impresa o digital:

“Plata y opio”. Versión impresa.

“Plata y opio”. Versión digital.

 

Recomendaciones del editor:

Si desea saber más sobre la historia del deporte en México, dé clic en nuestra sección “Deportes”.

 

Title Printed: 

Duany, un gigante cubano en el beisbol mexicano