¿Cuáles fueron las consecuencias para México de lo ocurrido en 1994?

Arno Burkholder

El 28 de septiembre de 1994 el secretario general del PRI y coordinador de la bancada de ese partido en la LVI Legislatura, Francisco Ruiz Massieu, fue balaceado en el centro de la Ciudad de México. Las especulaciones sobre el asesinato agravaron la crisis política de ese partido. El principal sospechoso de ser el autor intelectual, el diputado priista Manuel Muñoz Rocha, se halla desaparecido desde entonces.

 

La economía se contrajo a niveles no vistos desde 1929. A principios de 1995 México tenía que pagar 50,000 millones de dólares a acreedores internacionales y no tenía esa cantidad. El PIB por persona cayó un 7.8% mientras que la inflación creció hasta el 50%. El salario mínimo real perdió más del 12% de su valor y el desempleo llegó a niveles superiores al 7%. México tuvo que pedir prestado al gobierno de Estados Unidos y al Fondo Monetario Internacional para salvar su economía y también para evitar que su caída arrastrara a las economías de otros países en un fenómeno conocido como “el efecto tequila”.

Los bancos estuvieron a punto de quebrar y por eso surgió el Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa), que a la larga convirtió sus pasivos en deuda pública. El gran afectado fue el ciudadano, que ya había sufrido las crisis económicas de los años ochenta, luego vivió un momento de enorme crecimiento del crédito que le permitió comprar diversos bienes que, al estallar la crisis en diciembre de 1994, ya no pudo pagar. Miles perdieron sus propiedades mientras los bancos eran rescatados con más de 500,000 millones de dólares. El dólar, que a finales de 1994 valía $3.50, para 1997 costaba $10. Aunque en 1998 surgió una Ley de Protección al Ahorro Bancario, el daño a la confianza de los pequeños ahorradores e inversionistas duró varios años.

El conflicto zapatista no se resolvió. Marcos y el EZLN vieron en el presidente Ernesto Zedillo un nuevo enemigo cuando a principios de 1995 el gobierno mexicano intentó capturarlos, dando por terminada la tregua del año anterior. La tensión entre ambas partes se mantuvo durante todo el sexenio zedillista, además de que la presencia de grupos paramilitares, el creciente conflicto por la ocupación de tierras y las pugnas entre comunidades indígenas con diferentes religiones llevó a que ocurrieran incidentes como la matanza de Acteal en 1997.

Sin embargo, también hubo negociaciones entre el gobierno mexicano y los zapatistas que al final llevaron a la firma de los Acuerdos de San Andrés Larráinzar, por los cuales la constitución debería ser modificada para que se le otorgara a las comunidades indígenas ser sujetos de derecho público y reconocida su autonomía.

Los cambios más importantes ocurrieron en la institución que había marcado la vida política de México durante el siglo XX. La presidencia de la República perdió el poder que había tenido en otros años. La nueva Ley Orgánica del Banco de México impidió que el Ejecutivo pudiera controlarlo como ocurría años atrás y la ciudadanización del Instituto Federal Electoral hizo que las elecciones fueran más confiables, como no había ocurrido antes en la historia de México.

Cualquier intento por mantener el poder del salinismo desapareció definitivamente cuando Raúl Salinas de Gortari fue acusado de ser autor intelectual del asesinato de su excuñado José Francisco Ruiz Massieu y de desvío de fondos públicos a bancos de Suiza. El expresidente Salinas no ganó la presidencia de la Organización Mundial de Comercio como pretendía y empezó un exilio que duró años.

La oposición ganó cada vez más espacios en las gubernaturas y en las Cámaras y por primera vez hubo un jefe de gobierno electo por voto universal en la Ciudad de México: ese cargo lo ocupó Cuauhtémoc Cárdenas. Los gobernadores ya no se sometían fácilmente a las órdenes del presidente (como Roberto Madrazo, quien se negó en 1995 a dejar la gubernatura de Tabasco); los medios se volvieron más críticos del gobierno y contaron con la confianza de la sociedad; creció la delincuencia y especialmente el crimen organizado, pero también se fortalecieron las organizaciones de la sociedad civil (ONG) que exigían al gobierno que atendiera las necesidades de la población.

En 1997 el PRI perdió el control de la Cámara de Diputados que tuvo durante decenios y ya no pudo hacer reformas constitucionales. El todopoderoso “Partido de la Revolución” vivía una profunda crisis mientras el de Acción Nacional y el de la Revolución Democrática se fortalecían cada vez más. Esa época de cambios, consecuencia directa de la gran crisis vivida por el país en 1994, al final produjo lo que parecía imposible. Así, en el 2000 un partido distinto ganó la presidencia de la República: el PAN con Vicente Fox.

El fantasma de 1994 sigue entre nosotros para recordarnos que los sueños de gloria de los grupos políticos pueden venirse abajo rápidamente, que la historia no puede controlarse aunque muchos poderosos así lo quieran y que, a pesar de sus problemas, este país ha tenido la capacidad para salir adelante.

 

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