Crónica de un asesinato anunciado

Ricardo Cruz García

A pesar de las advertencias, Obregón continuó con una vida normal y sin fortalecer su seguridad personal. Finalmente fue asesinado en una de sus múltiples comidas al recibir el impacto de varios tiros disparados por José de León Toral, quien antes lo estaba dibujando e incluso le mostró la caricatura que había hecho de él.

 

Después de ejercer como primer mandatario del país y antes de que el arma de José de León Toral segara su intento de acceder nuevamente a la presidencia, el caudillo revolucionario sufrió varios intentos de asesinato que no dejan de dar pie a la intriga.

De acuerdo con Pedro Castro, historiador y biógrafo de Obregón, el primero de ellos ocurrió en enero de 1926, cuando durante una estancia en Estados Unidos, el general sonorense, acompañado de su ayudante Homobono Márquez, viajaba en tren de Los Ángeles (California) a Tucson (Arizona). Allí, un hombre irrumpió en el gabinete de viaje del expresidente e hizo varios disparos sobre la cama inferior de la litera, en la que suponía que estaba acostado Obregón; sin embargo, este iba en la cama superior. El atacante alcanzó a ser detenido por Márquez y fue identificado como J. MacDowell, quien pertenecía a la organización Caballeros de Colón, vinculada a la Iglesia católica. El incidente no pasó a mayores y el caudillo optó por no interponer cargos contra el agresor.

Otro más ocurrió al año siguiente, en abril de 1927. De acuerdo con el investigador Mario Ramírez Rancaño, en ese mes Luis Segura Vilchis, junto con Juan Tirado y otras personas, organizó su primer intento de asesinar a Obregón. Se trataba de dinamitar el tren en el que viajaría el caudillo y algunos allegados. El plan consistió en colocar una bomba bajo un puente cercano a Tlalnepantla, por donde habría de pasar dicho transporte. Sin embargo, el atentado fracasó luego de que el general sonorense finalmente viajó, no en un convoy especial, sino en un pullman agregado a un tren de pasajeros. Dinamitar tal transporte habría implicado la muerte de decenas de personas, no solo la de Obregón y los suyos, por lo que Segura Vilchis optó por esperar a una mejor ocasión.

Así llegó el atentado en Chapultepec de noviembre siguiente. Sin embargo, este no sería el último antes de su asesinato. En abril de 1928 le tocaría vivir un susto más a Obregón, quien ya aparecía como candidato único a las elecciones presidenciales que se celebrarían pocos meses después. Esta vez se encontraba en un acto de campaña en Orizaba (Veracruz) cuando fue víctima de un tiroteo proveniente de la sede de un comité local de la CROM de Morones. Al igual que la gente congregada en el mitin, el general sonorense echó a correr para protegerse como pudo y nuevamente salió ileso.

Los culpables

Las investigaciones policiales por el atentado de Chapultepec derivaron en la captura de otras personas vinculadas al movimiento cristero. Las indagatorias partieron de lo revelado por Nahúm Lamberto Ruiz, quien se encontraba convaleciente en el Hospital Juárez y moriría pocos días después, el 20 de noviembre. A partir de sus declaraciones, fueron detenidos los hermanos Humberto y Miguel Agustín Pro, así como Luis Segura Vilchis, quienes al igual que el otro implicado, Juan Tirado, pertenecían a la Asociación Católica de la Juventud Mexicana.

Aparte, tanto Segura Vilchis como los hermanos Pro pertenecían a Liga Nacional de la Defensa de la Libertad Religiosa, vinculada a la rebelión cristera contra el gobierno. El primero era incluso coordinador de la lucha armada de esa organización en la Ciudad de México, mientras que los otros eran parte de la cúpula de la delegación regional del mismo organismo también en la capital del país.

Como se sabe, el proceso judicial de los acusados registró irregularidades. Segura Vilchis se declaró culpable y total responsable del atentado, pero, de acuerdo con las autoridades, esto no fue suficiente para exonerar a los hermanos Pro ni a Tirado. Al final, por órdenes de Calles, los cuatro fueron fusilados la mañana del 23 de noviembre de 1927, pese a la reticencia del general Roberto Cruz, inspector general de Policía y encargado de cumplir el mandato presidencial.

A los funerales de Segura Vilchis y de Humberto Pro acudió un joven llamado José de León Toral, también integrante de la Liga e, inspirado en el padre Miguel Agustín Pro, dispuesto a convertirse en mártir para acabar con quien consideraban el principal objetivo de los cristeros: el general Álvaro Obregón. Lo que siguió ya es historia.

 

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Title Printed: 

Noviembre de 1927. El atentado dinamitero contra Álvaro Obregón