Ambos llegaban invictos, lo que engrandecía la expectación por el cotejo.
El 17 de marzo de 1990 la arena boxística del hotel Hilton, en Las Vegas, recibía al poderoso León de Culiacán y su aura de invencibilidad acumulada en más de una década: Julio César Chávez. Se fajaría contra el exoro olímpico estadounidense Meldrick TNT Taylor, campeón de peso welter ligero de la Federación Internacional de Boxeo. El mexicano, por su parte, era considerado el mejor peleador libra por libra del orbe y campeón del Consejo Mundial de Boxeo. Ambos llegaban invictos, lo que engrandecía la expectación por el cotejo.
Las centelleantes luces, que desde la presentación recorrieron los rostros de los asistentes, demostraron la gran euforia despertada por los atletas del pantalón corto que en la víspera de la pelea bailoteaban enjundiosos y concentrados sobre el cuadrilátero. Los hogares de millones en ambas naciones también hicieron lo suyo, alcanzando niveles de audiencia sorprendentes.
La campana sonó. Desde los primeros minutos se hizo notar la explosiva agilidad y rapidez de Taylor, cuatro años menor que un Julio César que se acercaba a los veintiocho años. Ante tal movilidad, el mexicano iba y venía hacia el oriundo de Filadelfia, esperando atento para asestarle ese temerario poder tan elogiado por los expertos. Sin embargo, las cosas se fueron inclinando en favor del pantaloncillo blanco, por lo que Julio, de rojo con vivos en negro y dorado, tuvo que apretar el paso, hasta que hacia el final logró derribarlo en el último asalto, pero Taylor logró ponerse de pie, aunque visiblemente maltrecho.
La polémica apareció cuando el réferi Richard Steele detuvo la pelea a unos cinco segundos para terminar, dando la victoria a Julio. Dicen que, de no haberla parado, el gringo se habría llevado el triunfo, pese a visitar la lona pues la puntuación lo favorecía. Los jueces daban a Taylor ocho, nueve y cinco rounds ganados, por los tres, dos y seis del púgil sinaloense. Para el juez, según explicó, lo primero era su salud del estadounidense, quien además no había podido responder las preguntas de rigor después de levantarse, por lo que optó por parar la contienda.
Pero el despliegue de agilidad y poder de ambos boxeadores la llevó a ser catalogada como la pelea del siglo y luego de la década por la revista The Ring, la más importante en Estados Unidos y, publicada desde 1922. Para los fanáticos, sería por lo anterior y por su dramático final una de las más famosas y controvertidas en la historia del deporte. Simplemente, una noche de leyenda.
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