Si se revisan las biografías de los más importantes boxeadores profesionales en nuestro país se encontrará que la mayoría de ellos, sino es que todos, provienen de hogares humildes. Su formación atlética, desde la infancia hasta el momento en que el destino los condujo a un gimnasio, fue casi siempre resultado del trabajo rudo que desempeñaron.
El caso de Ricardo Pajarito Moreno, nacido el 7 de febrero de 1937, no es la excepción. Formado en el oficio de barretero en las minas de su natal Chalchihuites, en el estado norteño de Zacatecas, este formidable boxeador levantó tempestades en los cuadriláteros mexicanos y más allá de la frontera. Llama la atención que hasta el inicio de su decadencia consiguió casi todas sus victorias por nocaut, 59 peleas en total.
Al analizar sus números se comprende la contundencia de sus puños, con la ayuda de ellos liquidaba a sus contrarios en los primeros rounds. Cuando por primera vez se presentó en un gimnasio y mostró la fuerza de su pegada, el entrenador que lo recibió, Jesús Cuate Pérez, no dudó en incorporarlo a su establo. También es cierto que Ricardo Moreno, litle bird, como le llamaron en Los Ángeles, California, fue un campeón armado únicamente por su poderío, ya que nunca logró convertirse en un esgrimista capaz de dominar a sus contrarios por su habilidades sobre el ring. Mientras fue capaz de mantener buena condición física y “pegada” los oponentes difícilmente llegaban con vida al quinto episodio, todavía hoy conserva el récord como el boxeador con más alto porcentaje de peleas ganadas por nocaut en la historia del boxeo mundial, aun cuando fracasó al intentar obtener el campeonato mundial de peso pluma frente a Hogan Kid Bassey, la fatídica noche del 1º de abril de 1958 en que cayó abatido en el tercer round en el Wrigley Field de Los Ángeles, California.
Pero no sólo los boxeadores experimentaron el poder de sus golpes: durante una pelea que tuvo lugar en Oakland, California en 1964, noqueó primero al réferi Vern Bybee y un segundo después a su verdadero oponente, Fernando Sota. Desde el anonimato del anecdotario se cuenta que algunos de sus retadores abandonaron la idea de enfrentársele, al presenciar en el gimnasio el momento en que el Pajarito ponchaba literalmente la pera para dar por terminada la sesión de entrenamiento.
Todo funcionó perfectamente hasta que el popular boxeador convivió con la gente de la farándula y el cine. Participó en varias películas y fue ahí donde encontró la ruta hacia la desventura: descuidó su salud y derrochó su fortuna sin otro objetivo que vivir “a todo dar”, hasta que menguaron sus fuerzas y en los últimos años como profesional,1966 y 1967, se derrumbó frente a oponentes de poco prestigio.
De su incursión en el cine dan cuenta algunas películas que estelarizó en compañía de Adalberto Martínez Resortes, Viruta y Capulina y, desde luego, Ana Bertha Lepe. El afamado boxeador recordaba, al ser entrevistado en una ocasión, los besos que había recibido durante el rodaje de una película de la que fuera aspirante a Miss Universo en 1953.
Contrasta el final de la vida de este personaje, rescatado por sus amigos de Chalchihuites para salvarlo de la indigencia, con los momentos en que encendía los cigarros con billetes de cien pesos y después arrancaba airoso su flamante Cadillac convertible acompañado de un nutrido número de admiradoras. Finalmente, el 24 de junio de 2008 dejó de existir quien fuera considerado en sus momentos de gloria un verdadero huracán de los entarimados.
Esta publicación es un fragmento del artículo "Ricardo "Pajarito" Moreno" de Jaime Bali Wuest y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 18
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