Cien años y casi una década separan de nuestro tiempo a aquel relato, cierto o no, de cuando Rafael Garza Gutiérrez llegó “uniformado” con camisa color crema, pantaloncillo azul y medias en igual tono a aquella reunión de adolescentes que pretendían conformar un equipo de futbol que representara al Colegio Mascarones de la Ciudad de México. Exclusiva para los mejores prospectos salidos de las cáscaras de los recreos, la cita fue en casa de la tía Catita, familiar de Germán Núñez Cortina, el otro convocante, y contó con la presencia de trece entusiastas jóvenes. Ninguno de ellos imaginó que su iniciativa derivaría en uno de los equipos más populares del continente y el mundo, el Club América, cuya historia reciente sintetiza el documental aquí presentado.
Entonces, ni los ecos de las batallas que asolaban a México y al mundo fueron impedimento para que los adolescentes soñaran con las mejores hazañas de aquella escuadra inicialmente llamada Récord, que en breve se fusionó con algunos talentos del equipo Colón, surgido del colegio de La Perpetua, adoptando la denominación propuesta por el Cheto Quintanilla: “América”; esto porque su debut, en algún llano de la colonia Condesa, fue el 12 de octubre de 1916. El propio Cheto esbozó también el escudo que hasta hoy distingue al equipo: el mapa del continente sobre el mundo, más las siglas de Club América.
Al principio, sus triunfos en aquellos polvorines les valieron el reconocimiento inmediato de los rivales y la intención de no pocos jugadores de integrarse a sus filas. Jugar en el América no era para “cualquiera” –como hasta hoy señalan futbolistas y directores técnicos en este filme–. La gestión adecuada del talento llevó rápidamente a los amarillos a escalar en las ligas locales hasta llegar, en 1917, a la Liga Mexicana de Football Amateur Association y después a la Liga Nacional. Si bien los inicios fueron de tropiezos y últimos lugares, a partir de la siguiente década llegó el despunte, los primeros cotejos internacionales contra grandes clubes europeos como el Real Madrid, las acendradas rivalidades con equipos locales, la llegada de “los mejores jugadores” y entrenadores, así como el éxito económico.
Para la segunda mitad del siglo pasado, el Club América pasó a formar parte del monopolio de Televisa, lo que desbordó su popularidad. De la mano de Emilio Azcárraga y otros personajes clave en la industria del entretenimiento nacional, sus partidos fueron un pilar fundamental en la cartelera mediática de la empresa. Los “millonetas”, como apodaban a los jugadores, comenzaron también, desde finales de los años sesenta, a participar del mundo de la farándula, ganando lo mismo adeptos que enemistades. En lo deportivo, comenzaría un renacer a partir de los años setenta, pues los malos resultados de años anteriores los habían tenido continuamente de media tabla hacia el fondo. Para volver a la senda del triunfo, fue el momento de recuperar aquel tesón que marcó sus orígenes y también de traer a futbolistas de talla internacional, como el brasileño Arlindo dos Santos.
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