Ubicada en el número 43 de la calle Hidalgo, en el barrio chilango de San Ángel, la llamada Casa Blanca perteneció a Diego de Arce y Chacón, primer conde del Valle de Oploca. Construida hacia el siglo XVIII, es la construcción privada más antigua de la zona y ha estado rodeada de misteriosas historias.
Exmoradores cuentan que en dicho inmueble se puede escuchar un golpe seco en los barrotes de una ventana, supuestamente debido a que en el pasado un hidalgo llamado don Lope salió de Nueva España hacia el Perú, aunque antes acudió a despedirse de su amada Guiomar, que vivía en esta casa. Le prometió que nunca la olvidaría y ella le solicitó que todas las noches de Luna recordara que estaría ahí, en la ventana, pensando en él.
Con el pasar de los años, ninguna noticia se tuvo de él, por lo que Guiomar dio su último adiós al pie de la ventana y pereció. Por su parte, don Lope sí regresó, pero la había olvidado, hasta que una noche pasó por la casa. Al observar la ventana, una figura se le apareció y le preguntó si había traicionado su juramento. Al día siguiente, los vecinos descubrieron la figura de un caballero aferrado a los barrotes… muerto.
Al parecer originarios de la rica zona del Potosí peruano, los condes de Oploca dilapidaron su fortuna tras llegar a Nueva España. Esta caída en desgracia propició, entre otras cosas, el traspaso de la Casa Blanca, lo que podría haber desencadenado historias sobre la desaparición de tal familia. El caso de don Lope podría representar una de ellas.
Si desea leer el artículo completo, adquiera nuestra edición #159 impresa o digital:
“Los claroscuros del Porfiriato”. Versión impresa.
“Los claroscuros del Porfiriato”. Versión digital.
Recomendaciones del editor:
Si desea saber más sobre historias de la vida cotidiana, dé clic en nuestra sección “Vida Cotidiana”.
La casa “embrujada” de San Ángel