Dueño de una extensa filmografía, elegimos este clásico de Sean Connery para rendirle un homenaje.
"Un asno enseñándole las escrituras a los obispos. El papa es un zorro. El abad es un mono”, son las palabras que el franciscano y antiguo inquisidor fray Guillermo de Baskerville dice a su discípulo, el novicio adolescente Adso de Melk, mientras observan un tesoro medieval impreso, como los muchos que hay en la abadía benedictina enclavada en las montañas italianas a la que llegan, después de una travesía montados en burros. Participarían en una reunión entre los delegados del papa y líderes franciscanos para resolver problemas doctrinales, pero la desaparición y muerte de varios monjes termina por ocupar sus días.
Es el siglo XIV y las palabras citadas ejemplifican lapercepción de fray Guillermo sobre los religiosos del lugar, con quienes debate sobre asuntos teológicos, morales y hasta de un libro perdido de Aristóteles, aunque también acerca de las maneras en las que interactúan en su cotidianidad, aprenden o se explican el mundo desde el encierro en un complejo que a su vez refleja la estructura espacial, ideológica, económica, prohibitiva y legal de este entorno en la Europa de aquel tiempo.
Así, Baskerville usa su paciencia, capacidad analítica y sentido común para resolver lo que tiene por delante. En cambio, los miedos, fanatismo e ignorancia de los religiosos los atan a su miserable ambiente. De esta manera, puede asumirse que Baskerville representa la recuperación del pensamiento lógico y racional de aquella época.
Filmada en menos de cuatro meses entre el monasterio Kloster Eberbach de Frankfurt, Alemania (fundado en el siglo XII) y una colina cercana a Roma, la cinta El nombre de la rosa se basa en la exitosa novela homónima, escrita por el italiano Umberto Eco en 1980 y protagonizada por Sean Connery, quien pese al éxito del que ya gozaba cuando se organizó la filmación, no era estimado para el estelar; de hecho, fue la solución después de nombres de la talla de Jack Nicholson o Robert de Niro. El director del filme, el francés Jean-Jacques Annaud, mencionó alguna vez que el propio Eco, cuando tuvo la primera charla con dicho actor, comentó: “Sabe mucho. De futbol”.
Al final, fue un rotundo éxito y se convirtió en una de las mejores películas históricas basadas en una novela, escrita por un estudioso de la antropología, semiótica, estética, lingüística y filosofía como lo era Eco, además de un gran conocedor medievalista; esto hizo que algunos críticos encontraron visos de realidad entre la novela y el filme, aunque otros dirían que quedó muy corta.
Por otra parte, Connery, nacido en Escocia en 1930 y fallecido en octubre pasado, fue el primer James Bond de la historia y, para muchos, el mejor encarnando al famoso agente 007. Quizá sin este personaje creado por el periodista y novelista inglés Ian Fleming en 1953, Connery no habría tenido la relevancia que logró. Y es que, antes de ser actor, luchó permanentemente por salir de la pobreza junto con su familia: fue guardaespaldas, pulidor de ataúdes y hasta fisicoculturista, entre otras ocupaciones.
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El nombre de la rosa