Miles de mexicanos emigraron a Estados Unidos de manera legal por medio del Programa Bracero que inició en 1942 y terminó en 1964. La economía de Estados Unidos se enfocó en la industria bélica durante la Segunda Guerra Mundial, por lo que estableció un acuerdo con México para recibir trabajadores que se incorporaran a sectores de la producción poco atendidos, como el campo.
Entre algunos papeles viejos y raídos que pertenecen a mi familia desde hace más de medio siglo –joyas documentales para cualquier historiador–, hay una serie de cartas escritas de mayo a diciembre de 1945, enviadas entre Armando Rafael Aguirre y María Guadalupe Arrieta, mis abuelos. Ellos se casaron en septiembre de 1942 y habían procreado una hija, además de esperar a otra que ya venía en camino.
¿Cuál podría ser la causa de que ambos consortes entablaran una comunicación epistolar? La razón, como podría adivinarse, tenía que ver con el entorno social de aquel 1945, año que representó el cierre de una época y el inicio de otra muy grande que marcaría la historia del siglo XX mundial. Un periodo de grandes transformaciones en el que la guerra se comenzó a librar de una manera indirecta, más “fría”, y que a su vez representó grandes cambios ideológicos y económicos en los que México salió a veces bien librado. Ese año, nuestro país y el mundo aún estaban envueltos en la gran guerra contra el fascismo y el nazismo europeos, lo que afectó a muchos sectores de los países inmiscuidos.
En el caso de México, no todo fue negativo, pues el hecho de que Estados Unidos se uniera en 1941 a los Aliados le trajo algunas ventajas. Como consecuencia de que el país vecino volcara su economía a la producción militar, muchos otros sectores de ella quedaron desatendidos y por ello la industria mexicana creció en rubros como el cinematográfico, el manufacturero e incluso el ferroviario. Tal fue el desarrollo en esto último, que en 1942 el gobierno estadounidense solicitó al mexicano el envío de trabajadores temporales, por medio del que fue conocido como Programa de Braceros. Gracias a ello, fueron enviados cerca de cuatro millones y medio de mexicanos, financiados y de manera legal, en un periodo de más de veinte años, hasta que el presidente John F. Kennedy lo canceló en 1964.
“Si tu viaje no te dio dinero, sí te dio experiencia”
Ese fue el motivo de que mi abuelo Armando decidiera desplazarse a la Unión Americana para formar parte de dicho programa, en el rubro que atendía la construcción de vías de ferrocarril. Sin embargo, para 1945, a finales de la Segunda Guerra Mundial, tuvo que regresar a México porque, como probablemente ocurrió a otros, no le iba bien por allá. Según se muestra en una carta de su primo Fernando Muciño, fue este quien, seguramente luego de haber sido partícipe, lo instó a que hiciera el viaje a California:
“México, D. F., 10 de Octubre de 1945.
Sr. Armando Aguirre,
Rta. 1 Box 435,
Ventura, California, E. U. A.
Armando:
Doy respuesta a tu última que recibí el 3 del actual.
Efectivamente, por conducto de mi tía María me enteré de que tienes el propósito de regresar [a México] los primeros días de noviembre próximo, pero esto de ninguna manera es motivo para que yo esté contrariado, como tú te imaginas, pues comprendo perfectamente que al tomar esa determinación debes tener razones poderosas para hacerlo. Sí lamento que la buena intención que tuve al sugerirte que te fueras a trabajar, no haya dado en tu caso los buenos resultados económicos que supuse, pero tú comprenderás que mi suposición no era infundada, sino que tenía como base el resultado obtenido por algunos amigos y conocidos que habían regresado con buenos ahorros; de todos modos creo que si tu viaje no te dio dinero, sí te dio experiencia, y algunas veces vale más esta que aquél.
Ahora bien, ya que estás por regresar, te aconsejo que antes de hacerlo procures conocer San Francisco, pues es una de las tres ciudades más grandes de los Estados Unidos y en ella podrás ver cosas sorprendentes. Dada la distancia tan corta que te separa de ahí, estimo que el pasaje no te puede costar más de diez dólares, es decir, que con dos o tres días más que trabajes puedes sacar el costo del viaje y esta es una oportunidad que difícilmente se te volverá a presentar a tan bajo costo.
Recibe una vez más los saludos cariñosos de mi madre y un afectuoso abrazo de tu primo.
Fernando
P.D. No te olvides de mi encargo: La brocha de afeitar de base transparente. Tal vez la encuentres en una droguería “Liggets”.”
Puede observarse que el objetivo de su primo Fernando, al persuadir lo de enrolarse en aquel viaje laboral, fue el beneficio económico. Muy lucrativo debió considerarse para cualquiera el sumarse a esta iniciativa, pues, como se decía –y se dice hasta la fecha– allá “se paga en dólares”. Sin embargo, por el tono apesadumbrado de Fernando, parece que tal objetivo no se estaba cumpliendo y que, en vista del fracaso, mi abuelo se disponía a volver.
Salta a la vista la peculiar referencia al utensilio de afeitar y a la droguería Liggets, por lo que se puede comprender que este tipo de objetos no se encontraban en México. Algo similar pasaba con prendas femeninas como las medias, ya que el 3 de septiembre anterior, su hermana Luz María le había mencionado: “están ya por aquí las medias que anuncia el periódico; ya van a venir a México medias Naylon y que las van a poner baratas”.
En esa misiva a su hermano, Luz María le cuestionaba acerca de las condiciones climáticas, pues asumía que estaría bajando la temperatura, dado que “en México ya se deja sentir a estas fechas bastante frío”. Asimismo, avisaba de la salud de la esposa de Armando, Lupita, de su hija mayor Ponci y de la recién nacida María Estela. Le contaba que la partera, a quien llamaban la Italiana, era la que había asistido el nacimiento de la niña, a la cual habían pensado ponerle el nombre de María de Lourdes, como deseaban Luz y la abuela María. Esto causaría molestia en el matrimonio, ya que Lupita le reprocharía a Armando que dejaba que su madre y hermana se inmiscuyeran en tal elección.
El final de la guerra
Sobre el entorno social, la misma hermana le manifestaría en una carta del 20 de agosto la festividad que se vivió ante las últimas novedades acaecidas, principalmente el jolgorio que hubo en toda Ciudad de México a raíz de los eventos del 15 de agosto, cuando ocurrió la rendición de Japón, luego de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, con lo que se ponía fin a la Segunda Guerra Mundial:
“Agosto 20 de 1945.
Querido hermano:
Esta [carta] especialmente va con el fin de que recibas muchos abrazos cariñosos y principalmente de tu querida “Ponci” el día 27 del actual santo tuyo la pases contento como si estuviésemos unidos todos.
Mi Madre está ya por escribirte lo mismo que Ángela mi hermana, mi tía Beatriz creo que también piensa escribirte para el mismo fin. Respecto a Lupilla tal parece que su asunto de esta semana no pasará porque ayer que hablé con ella me dijo que ya se sentía muy molesta y en caso de que haya algo luego luego, como ya te expreso en mi carta del día 13 si mal no recuerdo te escribiré.
Espero que en tu próxima me digas cómo festejaron la Victoria el día 15 del actual, pues nosotros y nadie trabajamos ese día y en el centro como de costumbre hubo manifestaciones y mítines celebrando tan esperado día.
Imagínate qué bien me cayó para haber llevado a mi mamá al cine e ir a cenar porque la niña llegó en la mañana temprano a felicitarla y comió ahí con nosotros cuando nos fuimos al cine la pasamos a dejar a tu casa la película que fuimos a ver fue “La Barraca” pues le gustó mucho a mi mamá y luego me la llevé a cenar al Tampico Club, un restaurant que está aquí en la Av. Juárez que entre paréntesis ya no se llama la Av. Juárez sino “Madero Oriente”, pues ahora que regreses ya te vas a encontrar con esta nueva de que le han cambiado los nombres a las calles.
Espero que tu regreso esté próximo con esto del fin de la Guerra, así es que esperamos verte pronto.
Recibe muchos saludos de Rafaelito Arriaga y de las muchachas que ayer domingo estuvimos a comer en su casa y nos recomendaron que cuando te escribiéramos te saludáramos de parte de ellos y de tu hermana recuerdos cariñosos.
Lucha.”
Por lo visto, la noticia del final de la guerra había hecho eco en México, ya que incluso se hizo alto en las actividades cotidianas durante ese 15 de agosto. Salta a la vista el dato de que por ese entonces la avenida Juárez se había rebautizado como Madero Oriente, así como el hecho de que Lupita ya estaba por dar a luz, lo cual sucedió ese mismo día 20, pero unas horas más tarde.
Esta publicación es un extracto del artículo "Lejos de casa" del autor Joaquín E. Espinosa Aguirre que se publicó en Relatos e Historias en México número 125. Cómprala aquí.