Retirado en 1965, Lorenzo Garza es también recordado por su aparición en películas como Toros, amor y gloria, donde compartió créditos estelares junto a Sara García y María Antonieta Pons.
Dentro de un grupo selecto de los exponentes de la tauromaquia nacional, se encuentra el regiomontano Lorenzo Garza. Nacido el 14 de noviembre de 1909, literalmente se arrojó al mundo del toreo a unos cuantos días de cumplir la mayoría de edad. El acto espontáneo de brincar al ruedo de una plaza lo enamoraría para siempre del escenario taurino.
Pronto haría incursiones como novillero en plazas de su estado y de Saltillo, hasta que llegó su presentación en un gran escenario como el Toreo de la Condesa en Ciudad de México en 1931, donde brindó una actuación intachable. Todavía como novillero viajó a España un año después y se presentó un par de ocasiones en Las Ventas de Madrid, uno de los sueños más grandes de cualquier profesional de este deporte. Ahí sufrió también su primera gran cornada que lo alejaría un tiempo del espectáculo.
Su estancia en España fue bien aprovechada. Aprendió con los mejores de la península y recibió la alternativa en septiembre de 1934. Dos meses después la confirmaba en México. Sin embargo, su gran triunfo fue el 3 de febrero del año siguiente, de nueva cuenta en el Toreo de la Condesa. En un mano a mano con Alberto Balderas, este resultó lesionado con el primer toro. Lorenzo tuvo que entrar al quite y lidiar seis astados. El cansancio y la presión no fueron obstáculo. El apodo de el Magnífico se lo ganó a pulso prácticamente ese día, además de que cortó algunas orejas y rabos.
Pero la personalidad de Lorenzo era brava. Su enorme calidad en el ruedo solía ser sobrepasada por su aún más grande amor propio, mismo que lo hacía desconcentrarse y cometer errores. Así le surgió el mote de Ave de las Tempestades, pues no se sabía cuando algún grito de un aficionado provocaría el fallo o la ira de Lorenzo, quien en alguna ocasión llegó incluso a amenazar directo a la tribuna y con la espada en mano.
Con amantes y detractores por igual, su genial carrera prosiguió. Los empresarios temían sus contratos, pues Lorenzo incluía cláusulas en el que los obligaba a pagar cualquier multa ante la autoridad civil que se pudiera gestar durante las corridas. Las versiones del cómo en alguna ocasión llegó a prisión directamente con el traje de luces corrían de boca en boca.
El Magnífico, el Ave de las Tempestades, moriría ya retirado el 29 de septiembre de 1978, dejando en la memoria entrañables tardes taurinas.
El artículo "Ave de las Tempestades" del autor Gerardo Díaz se publicó en Relatos e Historias en México número 125. Cómprala aquí.