Guillermo Purcell inició sus actividades mercantiles con el establecimiento de un almacén de ropa, abarrotes y ferretería. Su casa comercial luego extendería sus actividades hacia la agricultura, ganadería, peletería, minería, banca, ferrocarriles, molienda de trigo, hilados y tejidos, entre otros giros.
El patriarca
Iniciador de la próspera empresa Casa Purcell y genearca de una distinguida familia saltillense, el joven Guillermo Purcell Hallinan (1844-1909), nacido en Limerick, Irlanda, llegó a Matamoros en 1862, justo en la fiebre del algodón y a poco de iniciada la Guerra de Secesión estadounidense. En Matamoros conoció a los Molony y a los Bagnall, familiares cercanos. Allí, en su negocio, Guillermo aprendió lo básico del comercio y cuatro años después, en 1866, se mudó a la ciudad de Saltillo. Poco después vendría el triunfo de la república, con Benito Juárez a la cabeza, contra el imperio de Maximiliano.
Inicios
Guillermo Purcell trabajó unos años con John C. O’Sullivan, quien posteriormente se convertiría en su padre político. Luego inició sus actividades mercantiles con el establecimiento de un almacén de ropa, abarrotes y ferretería. Sin duda, esta fue la etapa más difícil, pues el joven extranjero no contaba aún con las relaciones ni el capital suficientes para impulsar su negocio.
Finalmente inició su casa comercial, que luego extendería sus actividades hacia la agricultura, ganadería, peletería, minería, banca, ferrocarriles, molienda de trigo, hilados y tejidos, entre otros giros. Durante los siguientes años supo asociarse con otros empresarios saltillenses, quienes contribuyeron al crecimiento de sus negocios. Era usual que don Guillermo hiciera socios a quienes habían sido o fueran sus empleados, un estilo empresarial que continuaron sus hijos. En el despegue del negocio, contó con la ayuda de su hermano Tomás, quien pronto regresó a Inglaterra.
Posiblemente desde su llegada a Saltillo, el joven Guillermo pudo conocer a quien sería primero su novia y luego su esposa: Elena O’Sullivan Scully. Ella había nacido en Ciudad de México y tenía en la capital coahuilense los mismos años de residencia que su consorte. La pareja casó en la parroquia de Saltillo el 6 de septiembre de 1872. Tanto los Purcell como los O’Sullivan, ambas familias irlandesas, profesaban un arraigado catolicismo. El matrimonio procreó a ocho hijos, tres de los cuales murieron infantes o muy jóvenes.
El Saltillo de la época
En aquellos años, Saltillo mantenía aún un aspecto de pequeña ciudad; pero había buena educación elemental, comercial y para la formación del magisterio. La ciudad tenía alrededor de 15 000 habitantes. Su comercio prosperaba. Contaba con una hermosa alameda y varios parques distribuidos por la ciudad. La vida religiosa era patente y predominaba el catolicismo, aunque quedaba espacio para las iglesias históricas evangélicas. Primero el ferrocarril de vía angosta y luego el de vía ancha, habrían de comunicar a Saltillo con todo el país y con Estados Unidos.
El centro social de la alta sociedad, a la que los Purcell pertenecían, era el Casino de Saltillo, fundado en 1874. Don Guillermo, por elección de los empresarios locales, se convertiría en el primer presidente de la Cámara de Comercio, en 1886. La familia, pues, estaba a gusto en la llamada Atenas de México. Era una ciudad conservadora, pero no mustia; pequeña, pero con blasón tlaxcalteca y español. Su clima era una delicia en el verano. Sus aguas eran buenas, sus huertas hermosas y la gente educada y ordenada. Por eso los Purcell seguían allí.
Grandes negocios
Mucho trabajaba Guillermo Purcell; lo hacía con método y dándose tiempo, igualmente, para el esparcimiento: deporte, cacería, viajes y vida social. Aún estaban los efectos de la revolución de la Noria de 1871 que, encabezada por el joven general Porfirio Díaz, buscó la no reelección de Benito Juárez para un nuevo periodo presidencial. A la muerte de este último, Sebastián Lerdo de Tejada sería el mandatario, hasta el golpe de Estado de Díaz en 1876, con el Plan de Tuxtepec.
Posiblemente el primer negocio agropecuario de Purcell fue el de la hacienda de El Burro y sus ranchos correspondientes, en el municipio coahuilense de Zaragoza, donde nace el río San Rodrigo. Allí desarrolló magnífico ganado vacuno, caprino, ovino y, sobre todo, mular. Al mismo tiempo, sembró gramíneas y hortalizas. La casa comercial se iba consolidando. Creó el Banco Purcell y fue precursor del Banco de Coahuila, del que también fue socio.
Otro centro agrícola del empresario avecindado en Saltillo fue el de La Laguna, para la siembra de algodón, en poblaciones como San Pedro y Matamoros. Realizó importantes obras de ingeniería hidráulica y en cada una de sus haciendas y ranchos mejoró la condición de los peones mediante un justo pago y la construcción de escuelas y capillas.
Algunas de esas haciendas fueron Santa Elena, Santa Anita y San Marcos. Posteriormente compró La Esmeralda, un molino de trigo ubicado en el municipio de Ramos Arizpe que daría origen a la Industrial Saltillera, la fábrica de pastas y galletas. Por otra parte, la Casa Purcell exportaba ixtle, algodón, pieles, plata y otros productos y metales. En 1887 compró la hilandería La Bella Unión, en el municipio de Arteaga. Y en 1894 liquidó su vieja compañía comercial y la traspasó al señor Sieber. Para entonces, sus tierras sumaban 45 000 hectáreas en la región.
Quizá el negocio más arriesgado de don Guillermo fue comprar hacia 1880 la Mazapil Cooper Company, en Concepción del Oro, Zacatecas, paralelo a las minas de coque y otros metales de La Constancia en Sierra Mojada, Coahuila. El mineral se transportaba de Concepción del Oro a Saltillo en yuntas de bueyes y mulas, por lo que Purcell entusiasmó a una compañía ferroviaria inglesa, con sede en Manchester, para que invirtiera en la construcción de una línea de ferrocarril, la cual finalmente se puso en operación en 1890 y siguió funcionando hasta 1970.
Viajes y propiedades
Varios viajes a Estados Unidos y a Europa realizaron Guillermo y Elena Purcell. Como el principal motivo era ver a sus parientes, Inglaterra fue el país que más visitaron; pero habrían de conocer igualmente las cataratas del Niágara, Nueva York, París, Roma, Bruselas, Berlín y, desde luego, Dublín y Londres, además de viajar constantemente a San Antonio, Texas. Hay notas de viaje de los Purcell que ilustran la emoción por estar en la tierra de sus ancestros: Irlanda, Escocia e Inglaterra; sus visitas a catedrales, castillos, museos y jardines; sus impresiones sobre el mar y la campiña. Todo esto les permitía una apertura ideológica que ayudaba a la transformación de la entidad donde hacían su vida cotidiana.
Cuando Guillermo Purcell llegó a Saltillo, rentó una casa en la calle de Hidalgo, casi en contraesquina de la ahora catedral. Luego esa residencia pudo ser de su familia política, pues finalmente la compró. Rentó también las casas donde se estableció como empresa rio. Sabía el irlandés el valor del bien raíz, por lo que, a lo largo de los años, compró poco a poco varias casas y terrenos próximos a su domicilio, para allí adaptar o construir oficinas, un banco y su futura residencia. Una de esas casas daba a la plaza Independencia. En 1897 compró una propiedad en la calle de Murguía, donde construyó una cancha de arcilla para tenis; había igualmente un estanque de agua, casa campestre y otras instalaciones. Los Purcell utilizaban transportación de tiro y fueron de los primeros en poseer en Saltillo un auto de motor.
Si quieres saber más sobre el negocio de Casa Purcell durante la Revolución y posrevolución así como del legado de la familia Purcell consulta el artículo completo “Los Purcell” de los autores José Roberto Mendirichaga y Enrique Hernández Garza publicado en Relatos e Historias en México número 119. Cómprala aquí.