Lo que impresionaba a la multitud era la ejecución de suertes como si se tratara de humanos: cabalgando sobre supuestos caballos que brincaban obstáculos, manejando diminutos carruajes adornados, haciendo piruetas cual diestros gimnastas, o celebrando su matrimonio con frac negro y moño el pulgo, velo y vestido la diminuta dama…