Rafael Montejano y Aguiñaga

David Piñera

 

Apasionado de la historia regional y “maestro de toda erudición potosina”

 

 

Nacido en 1919 en la ciudad de San Luis Potosí, Rafael Montejano y Aguiñaga dedicó largos años a investigar la historia de su entidad. Estudió en el Seminario Conciliar local y luego pasaría a Roma (Italia) a cursar teología en la Universidad Gregoriana. Simultáneamente, hizo ahí la licenciatura en Historia y asistió a la Escuela Vaticana de Biblioteconomía, Paleografía y Archivística. De esa forma obtuvo los pertrechos metodológicos necesarios para, al volver a su tierra natal, en 1945, desarrollar una destacada labor en el campo de la historiografía regional.

 

Su naturaleza combativa y la verticalidad que siempre lo caracterizaron, lo llevarían a criticar severamente al cacique del estado de San Luis Potosí, general Gonzalo N. Santos, actitud por la que tuvo que sufrir fuertes represalias.

 

En congruencia con su ideología, objetó a fondo lo que llamaba “historia oficial”. Fue a la vez un entusiasta impulsor de las labores en pro de la historia de su región. En 1948 organizó la biblioteca de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. A iniciativa suya se fundaría, en 1965, la Academia de Historia Potosina, que desarrolló una labor editorial sin precedentes en la entidad y ejemplar a nivel nacional. Luchó de forma tenaz para que se instituyera en 1979 el Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí.

 

En el campo académico propiciaría la fundación, en 1991, del Centro de Investigaciones Históricas de San Luis Potosí, del que se derivó el actual Colegio de San Luis, ampliamente reconocido por el alto nivel de las tareas de docencia e investigación que realiza.

 

Su obra historiográfica fue notablemente copiosa y abarcaría los más variados temas potosinos: personajes, poblaciones, edificios, cuestiones eclesiásticas, educación, actividades profesionales, costumbres, letras, etcétera. Dado lo extensa que es la relación de sus obras, solo citaré algunas en vía de ejemplos: San Luis Potosí. La tierra y el hombre (1999); Manuel José Othón y su ambiente (1984); Plazas de toros potosinas (1996); El Real de Minas de la Purísima Concepción de los Catorce (1986); Armas de la ciudad de San Luis Potosí (2001); Lecciones de biblioteconomía (1945); Primera Exposición Bibliográfica Potosina (1949).

 

Por reflejar claramente su concepción de la historiografía, aquí transcribimos un fragmento de su discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Historia, correspondiente de la Real de Madrid, pronunciado el 26 de agosto de 1974:

 

“Vengo aquí desde un recoleto rincón de la patria –San Luis Potosí– donde, a lo largo de varios lustros, como apasionado y terco gambusino de la historia regional, he removido con amoroso afán los secos y desperdigados cauces de la región en busca de la verdad local pretérita. Soy uno más de esa cuadrilla de buscones de los reales de minas de la historia potosina…”

 

Don Luis González y González, al dar contestación a su discurso, manifestó:

 

“Ningún historiador de antes ni de ahora ha llegado a conocer tan a fondo la historia de San Luis Potosí como él. Don Rafael Montejano y Aguiñaga merece el sobrenombre de maestro de toda erudición potosina [...] Como principio de cuentas, ha conseguido un conocimiento en extensión y profundidad y de punta a punta de todos y cada uno de los historiadores que lo precedieron en la labor de descubrir a San Luis.”

 

En otra ocasión, el maestro Israel Cavazos Garza, también miembro de la Academia, lo llamó “un auténtico y cabal humanista. Amador profundo de su provincia”. Con el apego que siempre tuvo por el solar nativo y poniendo de manifiesto la alta jerarquía del quehacer histórico, don Rafael hizo un planteamiento significativo cuando se le otorgó, en 1998, la Presea al Mérito “Plan de San Luis”, por el poder Legislativo potosino. En esa ocasión expresó: “Hacemos causa común, en lo esencial, con los que, realmente y no por demagogia, luchan por la justicia, por la libertad, por la verdad y por la potosinidad”. Obsérvese especialmente el término potosinidad, a tono con el de mexicanidad, manejado anteriormente en los medios intelectuales de la capital del país.

 

También es representativo de la vital importancia que atribuía a la historia local, lo que expresó en el prólogo de su obra San Luis Potosí. La tierra y el hombre: “El ciudadano entra a la vida y a la patria, no en abstracto, en el espacio inconmensurable, sino en esta concreción de la patria que es el municipio”. Más adelante agrega: “Y cada municipio, como el hombre mismo, es un ser individual, distinto de los demás, con características propias y exclusivas”.

 

En algunas de sus obras utilizaba un lenguaje directo, pues los fines eran pedagógicos o llegar al público general. En otras recurrió a elaboradas formas de expresión, con las que hizo alarde de un profundo conocimiento del San Luis Potosí de esos tiempos. Se ocupó de tesoros ocultos o de leyendas de calles y callejones del viejo San Luis, en ocasiones elevándose al plano de la narrativa literaria.

 

Desde otro ángulo, un rasgo de su trayectoria en el que hay que hacer énfasis es su estrecha vinculación a la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Por más de cincuenta años y en forma desinteresada, le prestó valiosos servicios: en la biblioteca, en la cátedra y como historiador de la autonomía de la institución. Asimismo, en la docencia, impartiendo clases en diversas dependencias universitarias, como las escuelas de Arquitectura, Administración y Comercio, Agronomía, Ciencias Químicas, Ingeniería y Bibliotecología. Fue también profesor visitante en El Colegio de Michoacán.

 

Por ello, cuando falleció el 21 de noviembre de 2000, se le rindieron honras fúnebres en el edificio de la biblioteca central de la universidad potosina. En la oración que pronunciara el director de la Editorial Universitaria, señor José de Jesús Rivera Espinosa, con la representación del rector, expresó que don Rafael Montejano y Aguiñaga “fue un universitario de pura cepa”.

 

Complementariamente, al cumplirse el primer aniversario de su muerte, se develó un busto de él en la plazuela adjunta a la biblioteca central de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, su biblioteca, lo que refleja el reconocimiento de los universitarios y la comunidad en general a las meritorias tareas de este destacado artífice de la historia regional.

 

 

El artículo "Rafael Montejano y Aguiñaga" del autor David Piñera se publicó en Relatos e Historias en México número 125. Cómprala aquí