Es la década de 1930 y fuera del Frontón México, en el corazón de la colonia Tabacalera, en la capital mexicana, las taquillas se agolpan de gente. De largas filas de negros y brillantes autos Packard y Cadillac desciende la élite citadina y personajes famosos embutidos en rigurosa etiqueta. Todos quieren entrar al mayor palacio de pelota vasca de América Latina, en ocasiones centro de eventos sociales y escenario de importantes encuentros boxísticos. Al interior del recinto todos los días corre adrenalina, pasión deportiva... y varios cientos de miles de pesos en apuestas, al compás del sonido de una pelota que viaja a más de doscientos kilómetros por hora.
Inaugurado en 1929 por el presidente Emilio Portes Gil, este palacio deportivo es un ícono de la arquitectura art déco en nuestro país. Fue diseñado por el arquitecto Joaquín Capilla y el ingeniero Teodoro Kunhardt, y gestionado por el empresario y jugador Carlos Belina. Desde su fundación, su principal espectáculo han sido los juegos de pelota vasca como el jai alai (cesta punta), frontenis y otras modalidades deportivas que tienen lugar sobre una cancha rectangular, con una pelota que rebota sobre una o más paredes.
La popular pelota vasca
En México, el juego de la pelota vasca comenzó a popularizarse a mediados del siglo XIX. Entonces existieron varios recintos importantes al aire libre y canchas populares donde se practicaba. El más sobresaliente en aquellos años fue el Frontón Nacional, que estuvo ubicado en la calle Iturbide, en el centro de la ciudad de México.
Este deporte, quizá como hoy las carreras de caballos, movía grandes cantidades de dinero en apuestas, tanto en barrios lujosos como marginales, debido a su sencillez en equipo e infraestructura. Ello motivó una fuerte campaña de regularización y clausura. Con el tiempo, el único que logró mantener sus puertas abiertas fue el Nacional, aunque de vez en cuando surgían nuevas canchas.
Esta publicación es un fragmento del artículo “Frontón México” de La Redacción y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 90.