Victoriano Huerta II

Apuntes para un biografía

Pedro Siller

Huerta tuvo un buen entrenamiento como oficial de artillería, además de estudiar matemáticas, astronomía y otras materias que comprendía la ingeniería militar. Rápidamente destacó como un excelente estudiante y fue promovido como segundo subteniente, pero a pesar de esto el apodo lo siguió toda la vida.

Casi al final de su educación militar, se le comisionó como jefe de guardia de Palacio Nacional y de ahí esta anécdota que contaba:

Abandonaba el país el Presidente Lerdo, y el presidente de la Suprema Corte de Justicia, el señor Iglesias, se rehusó a ocupar el puesto que la ley le concedía. Yo tenía a mis órdenes una compañía del Colegio Militar y me dirigí al Palacio Nacional. Me declaré solemnemente presidente de la República e hice que los soldados de mi compañía me hicieran los honores que marca la ley. Todo hubiera terminado muy bien, si a los hijos del Colegio Militar que me acompañaban, no los hubiera ofuscado la falta de valor o el exceso de prudencia. [1]

Después de este suceso, Huerta terminó su entrenamiento en el Colegio Militar y recibió su título de teniente con especialidad en ingeniería. Sus buenas calificaciones lo llevaron a obtener una beca en Alemania, pero debido a la muerte de su padre y la necesidad de mantener a su familia, no pudo irse. [2]

La generación de Huerta estaba destinada a cuestiones técnicas y no para enviarlos a combatir al interior del país. Para eso estaban los militares que habían hecho carrera en el campo de batalla, como era el caso de Bernardo Reyes, Aureliano Blanquet y muchos otros que llevaban el sello de haber peleado contra los franceses, por ejemplo. Pero Porfirio Díaz no quería otra casta de militares como los que había heredado de la primera mitad del siglo XIX.

Su primer trabajo como ingeniero fueron las reparaciones que se hicieron al castillo de San Juan de Ulúa en 1878. Al año siguiente y como excepción dentro de su generación, estuvo en combate a las órdenes del general y luego presidente Manuel González, cuando éste fue el encargado de la zona militar con sede en Guadalajara. A Huerta le gustaba la vida de militar, no como a los otros de su generación que desarrollaron su trayectoria dentro de la burocracia del Ejército o fuera de ella.

Pronto se convirtió en un jefe popular entre la tropa. Durante las campañas eliminó la sobrecarga del soldado, a quien se le obligaba a llevar grandes mochilas con todo tipo de cosas, como municiones, platos de campaña y cubiertos. Puso fin a las constantes insurrecciones al pagar regularmente a sus hombres, e incluso alguna vez confiscó los tesoros de una iglesia para cubrir sueldos y remitió el informe respectivo diciendo que México podía prescindir de sus sacerdotes, pero no de sus soldados.

Fue en la etapa de la lucha contra Manuel Lozada, el famoso Tigre de Alica, cuando conoció a Bernardo Reyes, con quien compartía su interés por modernizar al ejército. Desde entonces, muchos momentos importantes de su vida estarían ligados a esta amistad. Al término de esta tarea fue agregado a la Comisión de Geografía Militar, junto a algunos compañeros del Colegio como García Peña. Pronto fue ascendido a teniente coronel en 1884, y en 1890 a coronel. 

 

Esta publicación es un fragmento del artículo “Victoriano Huerta” del autor Pedro Siller y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 92.

 

[1] Stanley R. Ross, "Victoriano Huerta visto por su compadre". Historia mexicana, vol. XVII, núm. 46, oct-dic/1962, p. 300-302.

[2] El idioma alemán formaba parte de las materias del Colegio Militar desde 1872.