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El escabroso caso de los Panama Papers

Marco Villa

Se trata de cuidar a toda costa el dinero. De liberarlo de las ataduras fiscales. Si se es millonario y hay que conservar el legado acumulado, o un audaz joven que apenas está construyendo un imperio, hay ambiciones de por medio que tienen que ponerse a salvo… del gobierno.

 

Visitar a un administrador de riqueza es una opción viable para mantenerla al margen de la vigilancia hacendaria: “Que si los impuestos sobre ingresos, los impuestos estatales, impuestos sobre las herencias, impuestos sobre la plusvalía”. El éxito y el futuro del dinero ganado dependerán de que se pueda librar de todo ello.

Así, surge la idea de crear una empresa en el extranjero, donde los bienes estén a salvo del escrutinio público. ¡Y ahí es donde los avaros abogados Jürgen Mossack y José Fonseca entran en acción! Le proporcionan a su cliente una empresa fantasma, una tenedora de sus bienes. “Usted no es la empresa a pesar de que la empresa sea usted”, le dicen. “Le damos un nombre; no necesita espacio de oficinas, ni empleados”. Solo el nombre de quién sabe quien. No es más que una dirección de correo electrónico y un apartado postal en un país cuyas leyes son favorables a sus metas financieras… ¿Y dónde encuentra un país semejante? ¡En Centroamérica!

Interpretados por Gary Oldman y Antonio Banderas, estos abogados se hicieron conocidos en el mundo porque su bufete protagonizó en 2017 el escándalo conocido como los Panama Papers, que también tuvo repercusión en México. La fortuna que ambos acumularon con la creación de miles de empresas fantasma fue posible gracias a la corrupción, el fraude y la evasión, pero también a las lagunas que encontraron en diversos sistemas fiscales en el mundo. De todo ello se dio noticia en los medios y luego se puso a los de la firma tras las rejas, aunque solo durante tres meses.

Los perjudicados por estas acciones están en el otro lado: son aquellos que adquirieron los servicios de esas “empresas”, como la viuda Ellen Martin (interpretada por la afamada Meryl Streep) que, al hacer valer su seguro por la muerte accidental de su marido, descubre el fraude del que fue presa por parte de una supuesta compañía de seguros.

Su búsqueda por obtener justicia quedará marcada por sorprendentes descubrimientos, como el que algunos personajes acaudalados tienen patrimonio no declarado en bancos de Panamá, que a fin de cuentas era un paraíso fiscal. Todo gracias a la firma Mossack- Fonseca que, por supuesto, es millonaria. Así, la historia presentada en esta película nos acerca de forma divertida al añejo problema de la evasión fiscal a partir de un caso reciente, y por esa razón la compartimos con nuestros lectores

 

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