Tin Tan

Remembranza de un revoltoso
Rafael Aviña

Germán Valdés (1915-1973) se mantiene como el comediante más completo de la cinematografía nacional, con una carrera que apostó, sobre todo en sus primeros trabajos, por una innovación incomprensible para su tiempo. Aviña nos ofrece una excelente semblanza del gran pachuco que es recordado como una de las máximas figuras de la época dorada del cine mexicano.

 

Pocas presencias tan singulares y populares como la suya y, sin embargo, en su momento Tin Tan tuvo que lidiar con los ataques inclementes de intelectuales y columnistas de moral chata y venenosa que criticaban su tendencia a deformar el idioma, que lo tachaban de obsceno y que se metían incluso con su aspecto físico; embestidas que jamás minaron la gracia de ese gran pachucoquien de manera paulatina se fue transformando en el personaje cosmopolita de barrio bajo por excelencia, pero que en su momento sí impidieron descubrir la originalidad de ese genio de la radio, los escenarios y la pantalla.

Germán nació en pleno centro de la ciudad de México, en una vecindad de avenida Hidalgo –en donde hoy se encuentra el Hotel de Cortés– allá por 1915, un 19 de septiembre. La “Chiva”el “Pachuco Topillo” o “Topillo Tapas”, como se le conoció antes de adoptar el apodo de “Tin Tan”, pasó su infancia en la ciudad de México, una breve estancia en Veracruz y finalmente a los doce años se trasladó a Ciudad Juárez en virtud de que su padre, don Rafael Gómez Valdés, era agente aduanal.

Niño inquieto aficionado a las imitaciones y la cantada, la hizo de todo: fue ayudante de sastre, guía de turistas, trabajó en la Compañía de Luz y fue mandadero y barrendero. Tuvo su primera oportunidad imitando a Agustín Lara y más tarde, como locutor, tuvo su propio programa: El barco de la ilusión.

Es a principios de los años cuarenta cuando Germán se une a la compañía de Paco Miller, que pasaba por Ciudad Juárez, para sustituir a un comediante. El Pachuco Topillo conoce a Marcelo Chávez y, al llegar a la capital para debutar en el teatro Iris, Jorge Maulmer, empresario de Miller, concuerda con éste en bautizarlo como Tin Tan.

Con su curioso spanglish y el atuendo pachuco que lo caracterizaba, con sus pantalones aguados de pronunciadas valencianas, saco amplio de grandes hombreras y solapas, reloj de cadena, zapato bicolor y sombrero de ala ancha rematado con una pluma de pavorreal, la cámara lo encuadra por vez primera en Hotel de verano (1943) al lado de Ramón Armengod y Janice Logan, donde interpretaba un pequeño número musical, así como en el cortometraje El que la traga la paga (1943) que Miller filmó con una camarita de 16 mm en Tampico.

Es así que Germán llama la atención de los productores y arranca su carrera en plan estelar con El hijo desobediente (1945), a la que le seguirían filmes como Músico, poeta y loco (1947), Calabacitas tiernas (1948), El rey del barrio (1949), Simbad el mareado (1950), El revoltoso y El ceniciento (1951), El vizconde de Montecristo (1954) y muchas más, en una trayectoria que incluye 101 largometrajes, dos cortos y tres doblajes para Disney, entre ellos el fabuloso Baloo de El libro de la selva (1967).

 

Esta publicación es un fragmento del artículo “Tin Tan” de la autora Rafael Aviña y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 60.

 

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