Ese día el Ejército de Operaciones al mando del general Álvaro Obregón derrotó en Celaya a la División del Norte, cuyo jefe era el general Francisco Villa, en la primera de las célebres batallas del Bajío que decidieron el destino de la Revolución mexicana y el rumbo de la historia nacional del siglo XX.
Los ejércitos que ese día se enfrentaron en Celaya habían nacido durante la lucha armada contra el gobierno militar de Victoriano Huerta, quien tomó el poder mediante un cuartelazo en febrero de 1913. Durante año y medio, los ejércitos que mandaban Villa y Obregón lucharon contra el enemigo común, pero tras la caída del gobierno de Huerta, en agosto de 1914, los revolucionarios vencedores se dividieron en dos grandes bandos, con distintos proyectos de nación que los llevaron a enfrentarse en los campos de batalla luego de infructuosos intentos por alcanzar un acuerdo.
Desde diciembre de 1914, en varios lugares de la República la guerra civil ardió con renovados bríos. Los bandos contendientes tenían fuerzas equilibradas y esa situación se mantuvo durante las primeras batallas, hasta que en la primavera de 1915 Álvaro Obregón se internó con sus soldados hasta el corazón de la República, amenazando con romper las comunicaciones entre los distintos frentes defendidos por los villistas.
Para evitarlo, Pancho Villa sacó de los otros frentes los elementos de que pudo disponer y avanzó sobre Celaya, donde Obregón había concentrado sus fuerzas. El 6 de abril, los villistas desalojaron a los constitucionalistas de sus posiciones avanzadas y al amanecer del día 7 atacaron Celaya. Los soldados de Obregón rechazaron una y otra vez los furiosos ataques de los villistas, hasta que éstos agotaron su empuje y un bien pensado contraataque los puso en fuga.
Los villistas retrocedieron en orden hasta Salamanca, donde el Centauro del Norte empezó a concentrar nuevos elementos para atacar otra vez Celaya. La batalla, de escasa importancia militar en sí y sin un vencedor claro, es altamente significativa vista en perspectiva porque rompió a favor de los constitucionalistas el equilibrio existente y marcó el principio del fin de la gran División del Norte.
“Primera batalla de Celaya” del autor Luis Arturo Salmerón y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 68.