Piratas en Campeche

José Manuel Alcocer

La Hispaniola, en el Caribe, era una especie de tierra de nadie en el siglo XVII. En la costa oriental de esta isla permanecían los españoles desde el segundo viaje de Cristóbal Colón, mientras que el otro extremo fue ocupado por salvajes colonos franceses e ingleses: los famosos bucaneros. Estos hombres aprovecharon la competencia comercial y militar entre las potencias europeas para lanzarse al saqueo de poblaciones y galeones españoles, organizados en flotillas con pequeñas embarcaciones a veces reforzadas con alguna nave de guerra capturada. En sus filas se hallaban aventureros de muchos países, protegidos discretamente por Inglaterra y Francia, que en sus correrías pronto descubrieron la debilidad del puerto de Campeche, donde hacía un alto la flota de Indias cargada de riquezas inconmensurables con destino a la metrópoli española.

 

Los primeros asaltos

A sólo veinte años de haber sido fundada, la villa era un punto obligado en la navegación entre La Habana y Veracruz por la seguridad que representaba ante fenómenos naturales y la necesidad de avituallarse, pero sobre todo por la riqueza resguardada en sus depósitos y comercios. Entre 1559 y 1560 se avistó en el horizonte un par de navíos de corsarios franceses luteranos, quienes se apoderaron de algunas embarcaciones cargadas de mercancías, desembarcaron en la villa sin dar tiempo a sus moradores de organizar defensa alguna, además de saquear y secuestrar a algunas mujeres y vecinos importantes, por quienes pidieron rescate. Una vez obtenido el botín, abandonaron el puerto.

Dos años después, los campechanos fueron despertados una madrugada por los sonidos de los arcabuces y algunas voces en un idioma extraño para ellos. La villa era atacada nuevamente por franceses, quienes sin dar tiempo a una defensa adecuada, sitiaron a los vecinos, robaron todo el ganado y el palo de tinte que se encontraba en la playa para ser embarcado, e incendiaron otra vez la villa. 

En 1567 merodeó las costas campechanas una expedición al mando de John Hawkins y Francis Drake, pero no asaltaron la villa.

Siendo gobernador de la provincia don Diego Fernández de Velasco, en 1597 la villa sufriría uno de los ataques más violentos por parte de corsarios ingleses al mando de William Parker, que contó con el apoyo de Juan Venturate, vecino del barrio de San Román, quien le enseñó un camino seguro hacia la villa. El pirata comandaba un gran navío, un patache y un lanchón; estuvo por varios días frente al poblado sin desembarcar, lo que dio confianza a los pobladores, que no se prepararon para repeler un futuro enfrentamiento. Sin embargo, el amago se realizó en la noche, ocasionando un gran desconcierto. No hubo ninguna resistencia importante debido a la desorganización de la milicia y la desbandada de los vecinos que huyeron del enemigo.

Reorganizados en el convento de San Francisco, los campechanos contraatacaron en las calles de lo que hoy es el Centro Histórico de la ciudad. Los piratas, que no esperaban esto, emprendieron la huida dejando parte del botín en las playas y fueron perseguidos por marinos de la villa. El cómplice del filibustero fue apresado y condenado a morir atenazado en la plaza principal de la villa.

 

Esta publicación es un fragmento del artículo “Piratas en Campeche” del autor José Manuel Alcocer y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 52.

 

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