Pemex Travel Club, el más grande impulso a la industria turística en México

Omar Fabián González Salinas

Con el respaldo de Pemex Travel Club, la industria turística impulsó también la construcción de hoteles y centros vacacionales para alojar a los numerosos visitantes nacionales y extranjeros que acudían a los diferentes destinos del país.

 

Además de la propaganda, Pemex Travel Club brindaba varios servicios para facilitar el viaje de los turistas: primero les proporcionaba información acerca de carreteras, hoteles y planeación de itinerarios. Una vez que el viajero ingresara al país, el Club ofrecía un servicio de emergencia con automóviles conducidos por personal bilingüe preparado para auxiliar en caso de accidentes o desperfectos mecánicos. Ya instalado el turista, se le ofrecía reserva de boletos para espectáculos y se le ayudaba en la compra de artesanías y su posterior envío a Estados Unidos.

La labor de Pemex en favor del turismo incluyó subsidios a otras dependencias del mismo ramo, como la Asociación Mexicana de Turismo, así como su intervención directa en el desarrollo de infraestructura carretera y turística. La empresa petrolera participó en el acondicionamiento de las grutas de Cacahuamilpa (Guerrero), a fin de que contaran con senderos y servicios para recibir a los visitantes.

Aunado a ello, a partir de 1940 comenzó a construir gasolineras que funcionaban como atractivos paraderos con espacios para comer y descansar, además de ofrecer información turística. La arquitectura de estas estaciones de servicio siguió el modelo “regional típico” caracterizado por muros blancos, arcos de medio punto, techos de tejas, herrería artística, azulejos de colores y fuentes decorativas. La decoración se hizo con artesanías “típicas” y algunas de ellas incluso albergaron pinturas murales que exaltaban el pasado prehispánico.

Pemex Travel Club trabajó desde sus oficinas centrales ubicadas en Ciudad de México, pero en 1950 se sumó una sucursal en El Paso, Texas, para facilitar el contacto con turistas estadounidenses. Hacia 1948, el Club se estableció en la avenida Juárez 89, en un edificio que incluso prestó espacios a las oficinas de la Asociación Mexicana de Turismo y de la Comisión Nacional de Turismo.

Otras áreas del inmueble del Club fueron acondicionadas como salas de exposiciones con piezas arqueológicas, muestras de arte popular indígena, vestidos “típicos” mexicanos, exhibiciones y demostraciones prácticas de oficios populares dirigidas por alfareros. Gracias a la colaboración con la Secretaría de Educación Pública y el Instituto Nacional de Bellas Artes, también se montaron exposiciones de pintura y escultura realizadas por alumnos de la escuela La Esmeralda. Otras salas albergaron proyectores para mostrar películas sobre destinos turísticos. Más que ser solo un centro de oficinas burocráticas, la idea era que el edificio del Club funcionara como museo y escaparate que incentivara a viajar por el país.

Finalmente, en 1965 Pemex Travel Club cesó labores sin que conozcamos la causa, ya que su archivo histórico está desaparecido. En lo que sí hay certeza, es que a pesar de que otras organizaciones gubernamentales y privadas también impulsaron el turismo, fue el Club el que durante veintisiete años albergó la mayor y mejor estructurada obra propagandística en este ramo, ofreció variedad de servicios a los visitantes y destinó recursos a infraestructura turística del país.

Poco se habla de los ámbitos en los que ha participado Pemex, además del energético. Su incursión en la industria turística es tan solo un fragmento de las muchas historias que rodean a la paraestatal sobre la cual se construyó el México contemporáneo.

 

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