Don Pedro estaba sacrificándolo todo: su reputación, sus tierras, su vida... pero sobre todo, el futuro de su familia. La patria era primero.
La lucha no tenía fin. Don Pedro estaba sacrificándolo todo: su reputación, sus tierras, su vida... pero sobre todo, el futuro de su familia. Esto lo comprendió el día en que el capitán realista José Brilanti capturó a su hija más pequeña para obligarlo a su rendición. A pesar de ello, el insurgente Pedro Moreno decidió continuar la lucha. La patria era primero.
Nacido en la hacienda de la Daga, en Lagos (hoy Lagos de Moreno, en el estado de Jalisco) en 1775, Moreno estudió en el Seminario de Guadalajara, era propietario de buenas tierras, estaba casado, tenía dos hijos y contaba con 37 años en 1812, cuando se unió a la lucha independentista contra el régimen novohispano y hostilizó cuanto pudo a los realistas de la región de Lagos, al grado que la autoridad virreinal envió al general Pedro Celestino Negrete para su búsqueda, arresto o aniquilación.
Moreno eligió mantenerse en el llamado Fuerte del Sombrero, una posición elevada y bien guarecida entre la intendencia de Guadalajara y Guanajuato, muy cerca de León. Para 1816 ya había rechazado varios intentos de asalto por parte de las tropas virreinales, prácticamente con lanzas y piedras.
Pero la situación se complicó en 1817. Sus huestes disminuían de a poco, su familia ya había sido afectada por la guerra y el gobierno virreinal preparaba un ataque con todos sus recursos. En esas condiciones llegó de Europa Francisco Xavier Mina, dispuesto a apoyar la causa independentista. Moreno se subordinó al experimentado español y juntos mantuvieron la lucha por un tiempo.
Sin embargo, de España fue enviado el mariscal de campo Pascual de Liñán con la intención de terminar con la rebelión en la zona. Así las cosas, en las últimas horas de julio inició un poderoso sitio al Fuerte del Sombrero que, sumado a la carencia terrible de agua, hizo que los insurgentes huyeran o cayeran en batalla.
Moreno logró escapar, pero muy debilitado. Luego, el 27 de octubre de 1817 fue emboscado y murió antes de permitir su captura. Y sí, este valiente insurgente no volvió a ver nunca más a su hija, quien sería criada por el enemigo.
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