La llegada de Almada a los Medias Rojas de Boston fue circunstancial, pues el gerente del equipo, Eddie Collins, había acudido a comprar a otro jugador de los Indios de Seattle. Le gustó tanto Mel que terminó fichando a los dos.
La historia de Baldomero Mel Almada Quirós pudo ser la de una tragedia revolucionaria. Su lugar y año de nacimiento (Huatabampo, Sonora, 1913) coincidió con la sobresaliente actividad de Álvaro Obregón, oriundo del mismo poblado. De hecho, su familia se vio inmiscuida en los avatares de la Revolución. Años más tarde, su padre sería apoyado por el caudillo sonorense para la gubernatura de la entidad, aunque finalmente fue designado cónsul en Los Ángeles.
Mientras el chico cursaba la educación básica en Estados Unidos, su familia no tardó en descubrir que tenía ese potencial de atleta que en aquel país comenzaba a ser muy remunerativo. Pronto sería firmado por un equipo de beisbol amateur de la época: los Indios de Seattle, que era frecuentado por visores de Grandes Ligas.
Eddie Collins, gerente general de los Medias Rojas de Boston, ya había echado el ojo a otro joven, Freddie Müller, así que visitó a los Indios para finiquitar la compra.
Al final, también fichó a Almada. Tiempo después, el 8 de septiembre de 1933, el joven sonorense hacía su debut en la novena de Boston, convirtiéndose en el primer mexicano en jugar en la liga estadounidense de beisbol profesional.
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