Mark Hollis. El último artista libre de la industria musical

Ismael Villafranco

 

Con formación en psicología infantil, el londinense Mark Hollis comenzó su carrera musical en 1977, de la mano de su hermano mayor, Ed, con la banda The Reaction. Tocaban música post-punk. Años más tarde, Mark formó la banda Talk Talk, nombre que tomó de una de las canciones que compuso junto con su hermano. La música que creó con su nueva banda era más afable y logró así firmar un contrato con la disquera EMI. En 1982 graban su primer álbum: The Party’s Over; dos años más tarde, publican su segunda producción, It’s My Life, con el sencillo del mismo nombre (en 2003 la banda estadounidense No Doubt hizo su propia versión, la cual fue un éxito en México). Sus dos primeros trabajos contaban con el notorio uso de sintetizadores, pero para su tercer álbum, The Colour of Spring, reemplazaron su protagonismo con el de quince músicos más. Esto transformó su arte en algo más orgánico, más vivo.

 

Para su cuarta obra, Spirit of Eden, EMI les permitió libertad creativa total, algo de lo que lamentablemente se arrepintió, ya que el disco no contaba con un sencillo para su lanzamiento, puesto que, al ser una obra de arte integral, no debía comercializarse en partes.

 

EMI y la banda comenzaron un conflicto legal en el que la empresa alegaba “icomercialidad intencional”, mientras que Mark hizo lo propio con sus abogados cuando la disquera editó y lanzó sin su consentimiento la canción I Believe in You, compuesta a su recién fallecido hermano Ed. La pieza mezclaba dos cosas que según Hollis debía tener la música: espontaneidad-libertad y una textura profunda de arreglos.

 

Se puede considerar a Hollis como el último artista libre dentro de la industria de la música grabada, ya que, después de su conflicto con EMI, la mayoría de las disqueras agregaron en sus contratos cláusulas que exigen a sus artistas “crear éxitos” comerciales dentro de sus producciones, dirigiendo la capacidad creativa hacia el diseño de música y no a su creación.

 

La trayectoria de Hollis puede tener una lectura lineal que va de lo sintético y estruendoso a un mundo espiritual y orgánico, donde nos asfixia con atmósferas de sensaciones que nos llevan a disfrutar el instante. Mark sugería: “La forma ideal para escuchar mi música es estar solo, extremadamente silencioso; no creo que sea necesario subir el volumen más allá de la intensidad natural que los instrumentos tendrían dentro de la habitación”.

 

Los últimos trabajos de Hollis, bajo el pseudónimo John Cope, muestran una maestría y estética comparable con grandes artistas del sonido como John Cage o Luigi Nono. Además, se le puede considerar el iniciador del género post-rock, estilo donde viven bandas como Sigur Rós, Slint o Mogwai. También es posible notar su influencia en el mundo del jazz, en bandas como Esbjörn Svensson Trio. Y es que hay que decir que este es el género al que realmente pertenecían esas piezas de Mark.

 

Su congruencia como un artista que ama su obra más que al dinero, lo llevó a consumirse en el silencio para nunca más reaparecer. Se fue de este mundo el pasado 25 de febrero, dejando un doloroso hueco en algo que pudo ser hermoso pero que no se comprendió.

 

 

El artículo breve "Mark Hollis. El último artista libre de la industria musical" del autor Ismael Villafranco se publicó en Relatos e Historias en México número 128.