El Estadio Azteca estaba repleto y la fiesta era inconmensurable. Manuel Neri, entrenador de los Pumas, gritó como loco a sus jugadores, exigiéndoles que se tranquilizaran. Y es que si jugar ante más de cien mil personas ya era difícil, recibir la primera anotación en contra arriesgaba enormemente el partido. O si los ánimos caían... bueno, ¡mejor ni imaginar la catástrofe! Perder un duelo era un asunto difícil, pero que el eterno rival te aplastara en el primer juego de futbol americano en el estadio más grande de México era algo por demás serio.
Esa tarde del 12 de diciembre de 1970, las aficiones de los Pumas de la UNAM y los Burros Blancos del Instituto Politécnico Nacional llenaron el Azteca con sus inconfundibles porras colegiales. Todos presenciaron el gran pase de veintinueve yardas del mariscal de campo politécnico, Rafael Zúñiga, que permitió la primera anotación del partido. ¡Fiesta de colores guinda y blanco!
El resto del juego fue de aciertos y errores que se reflejaron en el marcador. Además, los universitarios no descansaron hasta tener el marcador a su favor. Sin embargo, cuando todo el mundo daba por hecho que los equipos irían al medio tiempo con la mínima diferencia, a diecisiete segundos del final vino la hombrada politécnica para decretar un marcador a su favor de 13 a 7.
Las crónicas de la época concuerdan en que algo mágico sucedió en la segunda mitad de la contienda. De ser un partido parejo, disputado y aguerrido, pasó a ser de dominio puma. El entrenador guinda y blanco, César Luque, no lo podía creer. Sus muchachos sudaban, pero no se reflejaba en el juego. La defensiva azul y oro no dejaba pasar nada y anotaron rápidamente para dominar el marcador.
El tiempo de juego se extinguía y, en una jugada desesperada, los Burros Blancos intentarían superar a su rival con una patada de 32 yardas en el último cuarto del juego. Entonces, el balón voló... el público enmudeció... y finalmente el fallo despertó a los de Ciudad Universitaria del incierto momento. “¡Goya! ¡Goya!”, retumbó en el coloso de Santa Úrsula.
“Pudimos haberlos vencido”, señalaría el coach politécnico. Mientras, en el marcador los Pumas plasmaban el 24 a 13 definitivo de ese encuentro histórico en el césped del Azteca.
“Lucha de titanes” del autor Gerardo Díaz Flores y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 92.