En los primeros enfrentamientos entre los huelguistas de Cananea y los guardias de la compañía minera hubo diez muertos (ocho mexicanos y dos estadounidenses) y diecisiete heridos.
El 1 de junio de 1906 estalló en el mineral de Cananea, Sonora, una huelga que se convirtió en un símbolo del movimiento obrero en los últimos años del Porfiriato. La localidad tenía una centenaria tradición minera cuando en 1899 se estableció The Cananea Consolidated Copper Company, propiedad del coronel estadounidense retirado William C. Greene, quien compró muchas de las viejas minas, abrió otras, construyó una planta de concentración y fundición de cobre y extendió el ferrocarril a los puertos fronterizos de Naco y Nogales.
Estas transformaciones, que vincularon estrechamente a Cananea con la pujante economía del suroeste estadounidense, atrajeron a miles de trabajadores de otras regiones del país que llegaron en busca de salarios relativamente altos, a pesar de que las condiciones laborales eran terribles y que la vida entera del pueblo era controlada por la compañía.
Algunos mineros y otros vecinos del lugar se afiliaron en 1905 al Partido Liberal Mexicano, dirigido por los hermanos Ricardo y Enrique Flores Magón. Los líderes de la organización magonista que funcionaba de manera clandestina en Cananea eran Manuel M. Diéguez, Esteban Baca Calderón y Lázaro Gutiérrez de Lara, quienes años después desempeñarían papeles destacados durante la Revolución mexicana.
Los magonistas convencieron a sus compañeros de la necesidad de organizarse para luchar por condiciones de trabajo dignas y para hacer valer las leyes mexicanas en una población donde todo era dictado por la compañía y eran palpables los abusos de los funcionarios y de los capataces extranjeros.
El 31 de mayo de 1906 los trabajadores de la mina Oversight recibieron el aviso de que se reduciría el personal, con lo cual aumentaría la carga de trabajo, pero no los salarios, de los operarios que no fueran despedidos. Esa misma noche, los mineros decidieron suspender sus labores y la madrugada del 1 de junio empezó la huelga, que poco a poco se extendió a otras minas.
También esa tarde iniciaron los enfrentamientos entre la policía y los capataces de las minas contra los huelguistas. Por otra parte, un grupo de rangers de Arizona cruzó la frontera para colaborar en la represión del movimiento, no sin antes combatir a los aduaneros mexicanos.
El gobernador de Sonora, Rafael Izábal, autorizó que esos rangers fueran empleados por la compañía para resguardar sus instalaciones. Luego llegó un destacamento del ejército mexicano que aprehendió a los dirigentes de la huelga; Diéguez y Baca Calderón fueron enviados a la cárcel de San Juan de Ulúa, donde estuvieron presos hasta 1911. Los demás huelguistas fueron obligados a regresar al trabajo.
El 5 de junio terminó la huelga, pero la arbitrariedad de la compañía extranjera y la soberbia de su actuación fortalecieron el espíritu nacionalista de muchos mexicanos, quienes llevarían ese impulso y esas preocupaciones sociales a la revolución de 1910 y a la Constitución de 1917.
Esta nota breve del autor Luis Salmerón se publicó íntegramente en Relatos e Historias en México número 106.
Xavier Mina y sus 300 combatientes internacionales. Versión impresa.
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