Con su experiencia durante la Guerra Civil estadounidense, Evaristo Madero tuvo una participación significativa en el auge algodonero de La Laguna y en el desarrollo de la industria textil regional.
Los orígenes de los grupos propietarios y empresariales del noreste se remontan, en no pocos casos, a los tiempos más convulsivos de la historia mexicana: cuando Estados Unidos se apropió de más de la mitad de la geografía heredada por su inestable vecino. Fue en esos años cuando en Monterrey y su entorno regional comenzó a perfilarse una burguesía comercial nutrida de las oportunidades que se gestaban en el nuevo noreste, al sur del río Bravo (tan cerca de Texas, tan lejos del futuro Distrito Federal).
Desde entonces se conocieron apellidos que durante décadas proseguirían siendo mencionados: Zambrano, González Treviño, Garza, Calderón, Belden, Milmo, Rivero, Sada, entre otros. Y Madero, claro. El capital mercantil, en parte construido en medio de guerras civiles, raciales, internas y externas, habría de apuntar desde 1870 hacia otros objetivos: el crédito, apropiación de la tierra, la producción. Evaristo Madero Elizondo, fundador de un grupo parental y económico de enorme peso en el noreste, dirigiría una de las familias más prominentes entre 1855 y 1910.
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La familia Madero y sus redes empresariales en el noreste mexicano (1855-1910)