La capitulación de Pancho Villa

Pedro Salmerón Sanginés y Luis Arturo Salmerón

La firma de la paz entre Pancho Villa y el gobierno de Adolfo de la Huerta hace 100 años, el 28 de julio de 1920, en Sabinas, Coahuila. 

 

El 28 de julio de 1920, los representantes del presidente Adolfo de la Huerta, encabezados en una primera etapa por el ingeniero Elías Torres y en su etapa final por el general Eugenio Martínez, firmaron con el terrible guerrillero Pancho Villa el pacto de Sabinas, que bien puede ser considerado como el punto final de la lucha armada que ensangrentó al país durante diez años. Luego de ser derrotado por los ejércitos constitucionalistas en la guerra civil de 1915, Pancho Villa se había mantenido como implacable combatiente, reacio a rendirse al gobierno de Venustiano Carranza, obstaculizando con su infatigable actividad la pacificación del país. En abril de 1920 la facción revolucionaria que había vencido al villismo se escindió cuando los principales caudillos victoriosos prohijaron el Plan de Agua Prieta, que desconocía a don Venustiano Carranza como presidente. Cuando Carranza fue asesinado y don Adolfo de la Huerta ocupó la Presidencia de la República, Pancho Villa decidió que ya no había razones para seguir luchando y se dispuso a pactar con el nuevo gobierno.

 

Las negociaciones fueron difíciles porque había corrido mucha sangre y eran grandes los resentimientos mutuos, pero el presidente allanó los obstáculos y satisfizo las demandas del implacable guerrillero. Aunque el presidente aceptó las garantías exigidas por Villa, poderosos enemigos de éste intentaban impedir la firma de la paz. Entonces el Centauro consumó la última de sus espectaculares hazañas al cruzar de lado a lado el terrible Bolsón de Mapimí apareciéndose en Sabinas, Coahuila, muy lejos de donde sus enemigos creían que estaba. Con ello demostró que aún era un luchador irreductible y que, para bien de todos, lo mejor era firmar la paz que, efectivamente, se firmó el 28 de julio. El Centauro del Norte marchó casi en triunfo al refugio que el gobierno le había preparado: la hacienda de Canutillo, Durango, donde vivió tres años hasta su asesinato. Por su parte, Adolfo de la Huerta entregó el poder al general Obregón en la primera transición ordenada y pacífica en nueve años: la Revolución empezaba a terminar.

 

 

 

“La capitulación del Centauro” de los autores Pedro Salmerón Sanginés y Luis Arturo Salmerón y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 21.

 

 

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