La esquina para muchos perdida, ubicada entre las calles de Correo Mayor y Regina, en el Centro Histórico durante años, sería conocida como la calle de la Cruz Verde.
Los edificios son fieles guardianes que conservan cualquier mensaje que sus creadores o moradores hayan decidido postergar. Sin importar el paso del tiempo y mientras se mantengan de pie, lo continuarán transmitiendo a quienes los observen. El problema es que en ocasiones descubrirlo se vuelve complicado.
En Ciudad de México hay un bello ejemplo de esto: la esquina para muchos perdida, ubicada entre las calles de Correo Mayor y Regina, en el Centro Histórico. Al observarla, pensaríamos que es un testimonio fiel de la religiosidad de sus ocupantes. Sin embargo, otra historia llega a nuestros oídos a través de la narrativa popular registrada en el libro de Ángel R. de Arellano, Leyendas y tradiciones relativas a las calles de México, de 1894.
El autor indica que, en 1568, don Álvaro Villadiego y Manrique quedó impresionado con la belleza de una joven que habitaba en el inmueble de dicha esquina. Entonces hizo que sus deberes diarios y el trotar de su caballo lo llevaran por ahí cuantas veces fuese necesario, para así poder observar a aquella dama que solía estar en el balcón. Absorto de amor y conociendo de antemano la negativa de los padres hacia sus intenciones, pidió a la señorita María de Aldarafuente y Segura que confirmara si sería correspondido. La señal sería una cruz: blanca si debía retirar cualquier esperanza; verde si el sentimiento era mutuo.
De acuerdo con la leyenda, don Álvaro mandaría construir una inmensa cruz de piedra tras las nupcias. Durante años, la calle sería conocida como la de la Cruz Verde.
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La calle de la Cruz Verde