La mítica actuación en Woodstock de Hendrix y su banda Gypsy Sun and Rainbows bien pudo ser el colofón de una década en la que miles de personas protestaron contra las hostilidades militares en suelo vietnamita y otros episodios políticos que sacudieron a diversas sociedades, incluida la mexicana, las cuales respondieron con potentes movimientos contestatarios. Por otra parte, esa furiosa versión del himno norteamericano, que llegó a ser calificada como “el gran momento de los años sesenta”, desató la aversión y amenazas contra Hendrix de diversos sectores conservadores de EUA.
El fulgurante cielo londinense acogió aquel 3 de junio de 2002 los gritos jubilosos de miles de gargantas que así respondieron a las notas de God Save the Queen desprendidas de la guitarra de Brian May, exintegrante de Queen, quien desde la azotea del Palacio de Buckingham inauguraba el concierto Party at the Palace, celebrado en el marco de los festejos por el Jubileo de Oro de la reina británica Isabel II. Tiempo después, May dijo que con su interpretación honraba a Jimi Hendrix, específicamente cuando este cantó el himno patriótico estadounidense The Star-Spangled Banner.
Brian May se refería a aquel momento en que el afroamericano sorprendió a todos cuando, la mañana del lunes 18 de marzo de 1969, en el cierre del festival de Woodstock, tocó la legendaria composición creada en 1814 durante la guerra entre Inglaterra y Estados Unidos. Desde sus primeros acordes, la versión de Hendrix fue claramente asumida como una canción de protesta contra la Guerra de Vietnam que su país libraba desde la década de 1950. Pero, por el entorno político y artístico de ambos momentos, quizá a muchos sorprendió la declaración de May y varios más la acogieron con escepticismo.
La versión de God Save the Queen que la banda liderada por Freddie Mercury incluyera en “su Sargent’s Pepper”, como calificara May al álbum A Night at the Opera lanzado en 1975, no podría contemplarse como una interpretación contestataria, como sí ocurrió con la versión de Hendrix, el guitarrista zurdo nacido en Seattle que la rasgueó por más de cuatro minutos en su Fender Stratocaster blanca, dándose tiempo para agregar sonidos que evocaron escabrosas circunstancias de aquella guerra: llanto de víctimas y cautivos, detonación de misiles y ametralladoras o el vuelo de aviones.
La mítica actuación en Woodstock de Hendrix y su banda Gypsy Sun and Rainbows bien pudo ser el colofón de una década en la que miles de personas protestaron contra las hostilidades militares en suelo vietnamita y otros episodios políticos que sacudieron a diversas sociedades, incluida la mexicana, las cuales respondieron con potentes movimientos contestatarios. Por otra parte, esa furiosa versión del himno norteamericano, que llegó a ser calificada como “el gran momento de los años sesenta”, desató la aversión y amenazas contra Hendrix de diversos sectores conservadores de EUA.
Es probable que The Star-Spangled Banner haya sido tocada antes en un contexto de protesta, pero el estruendo que causó a partir del festival de Woodstock da para pensar que nunca había irradiado a tantas multitudes. En nuestros días, hemos visto cómo este himno creado por el abogado y escritor Francis Scott Key sigue acompasando las olas de protesta de millones de estadounidenses que, abanderados hoy por figuras mediáticas muy disímiles a Hendrix, manifiestan su inconformidad contra el racismo, el desempleo, la migración, la violencia y otros fenómenos que aquejan a su nación.
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