Huerta en la defensa del gobierno de Madero

Pedro Siller

El descrédito a la capacidad militar del gobierno de Madero era total. En una reunión urgente del gabinete, el general Ángel García Peña, Rafael Hernández y el licenciado Manuel Calero sugirieron al general Huerta para sustituir a González Salas. El presidente dudó pero al final aceptó la propuesta. Dice Calero:

Por fin, después de larga polémica y cuando todos los sostenedores de la candidatura de Huerta la considerábamos como irremediablemente perdida, [se] me ocurrió decirle a Madero: “Señor Presidente, cuando a Lincoln le pedían la destitución de Grant como generalísimo de los ejércitos del Norte, porque Grant era bebedor, Lincoln replicó que deseaba conocer la marca del whisky con que se emborrachaba el generalísimo, para mandarles algunas botellas de ese mismo whisky a los demás generales en campaña”. ¿Y sabe Ud. lo que hizo Madero al terminar yo mi cuentecillo? Tocar el timbre y decirle al ayudante de servicio que en el acto se presentó: “Que me llamen al Gral. Huerta”. [1]

Entre la clase política se rumoreaba que fue el ayudante a buscar a Huerta para decirle que se presentara en Palacio Nacional, a lo que éste contestó en voz alta para que todos en el Café Colón lo escucharan: “Iré cuando pueda... estoy muy ocupado”. [2]

Huerta, rodeado de militares como Rubio Navarrete, Blanquet y otros, salió de la capital mexicana el 10 de abril con uno de los ejércitos mejor pertrechados de los que se tenga memoria y, de acuerdo con su propia experiencia, “revisó personalmente cada fusil, cada cartuchera, cada ametralladora, cada pieza de campaña; se cercioró de la buena calidad de las cajas de parque, de los puentes portátiles, de los instrumentos para cavar y construir trincheras y reparar las vías férreas...”. [3]

Huerta sabía que tenía todos los ojos de la nación puestos sobre él. Marchó despacio, capitalizando en la prensa cada paso que daba ante un Madero desesperado que necesitaba urgentemente buenas noticias. En Torreón, el antiguo maderista Francisco Villa se reunió con Huerta para luchar contra Orozco en calidad de irregular, pero pronto Madero lo ascendió a general contra todas las previsiones y ante un cuerpo militar indignado por la compañía del recién llegado. Finalmente, un fuerte enfrentamiento entre Huerta y Villa terminó con el arresto de éste.

En septiembre, al tomar Ciudad Juárez y derrotar completamente al orozquismo, hubo rumores de que Huerta, en el cabaret juarense El Gato Negro y en pleno estado de ebriedad, había dicho que si él quisiera tomaría el mando de la nación entera. Algunos periódicos incluso adelantaron la fecha del 15 de septiembre como el día en que Huerta daría el golpe al gobierno maderista, pero nada de lo publicado ahí sucedió.

Después, Huerta salió rumbo a la Ciudad de México, a la que llegó el 10 de octubre. En el camino, los diarios reportaron que las multitudes acudían a saludar a este héroe de la División del Norte; como en Aguascalientes, donde alrededor del restaurante en el que almorzaron, “se reunió un inmenso gentío, casi de cuatro mil almas, que lo vitoreó cerca de una hora”. Su popularidad estaba en el cenit. Madero no fue a recibirlo; envió a un representante.

Huerta se internó en el hospital del doctor Aureliano Urrutia para operarse de cataratas y durante su convalecencia se enteró que Madero, al tanto de los rumores, lo había relevado definitivamente del cargo y que la Secretaría de Guerra había ordenado la desintegración de la División del Norte; sus hombres fueron distribuidos en diferentes zonas militares.

Se esperaba una reacción furiosa de Huerta, pero no cayó en la trampa. Se hizo hacer una entrevista en la que se mostraba agradecido por las atenciones del gobierno y mencionó que éste le había propuesto un puesto diplomático en Europa, pero que había rechazado el ofrecimiento. El secretario de Relaciones Exteriores, Pedro Lascurain, no lo desmintió. Era evidente que Madero lo quería fuera del país. 

 

Esta publicación es un fragmento del artículo “Huerta en la defensa del gobierno de Madero” del autor Pedro Siller y se publicó íntegramente en la edición de Relatos e Historias en México, núm. 92.

 

[1] Manuel Calero, Un decenio de política mexicana, Nueva York, edición del autor, 1920, p. 132. 

[2] Leone B. Moats, Thunder in their veins. A memoir of Mexico, Nueva York, The Century Co., 1932, p. 85. 

[3] Manuel Márquez Sterling, Los últimos días del presidente Madero, México, INEHRM-Segob, 2013, p. 144-145. Disponible en: http://goo.gl/9j3R5V (consulta: 8/mar/2016).